El martes 9 de agosto de 1921, cuatro marineros regresaban de pescar langostas a la playa de Cuevas del Mar. Estaban en plena campaña. Eran Román Gutiérrez ‘El Ferre’, un hijo suyo menor de edad, y otros dos marineros de nombre José y Óscar. La lancha fue volteada por una ola y sus ocupantes arrojados al mar, por lo que bien podían haberse imaginado que su muerte estaba a la vuelta de la esquina. Román no sabía nadar y rogaba a sus compañeros que no le abandonasen en aquellas circunstancias. Uno de ellos, después de grandes esfuerzos, logró situarle sobre la quilla de la embarcación mientras iba a buscar un bote para ponerle a salvo. No pudo llevar a efecto sus propósitos porque una segunda ola arrastró a ‘El Ferre” de encima de la lancha sin que pudieran avistarle ni rescatarle por alguna parte. Román pereció entre las traidoras aguas del Cantábrico. Su hijo y los otros dos marineros fueron recogidos por un bote que desde la playa de Cuevas del Mar salió en auxilio. ‘El Ferre’ era muy conocido y apreciado en Nueva, donde tuvo su residencia. Dejó viuda y dos hijos pequeños en la mayor miseria.

        Se abrió una suscripción popular para socorrer a la desventurada familia y en los primeros días se recogieron 141,40 pesetas entre el vecindario y otras 25 aportadas por la Rula de Ribadesella.

        Cuarenta días más tarde, el 18 de septiembre, ya se habían perdido todas las esperanzas de recuperar en cadáver de Román Gutiérrez y nadie se ocupaba de ello. En esa fecha, unos perceberos notaron que de una de las cuevas salía un olor pestilente, imposible de soportar. Dieron aviso al vecindario y comenzaron a sospechar que podría tratarse del cuerpo de ‘El Ferre’. Se acercaron unas mujeres y ante la oscuridad de la cueva y el desagradable hedor no se atrevieron a entrar. Ramón González, vecino de Cuevas del Mar y hombre de mucho valor y estómago, resolvió penetrar con una vela encendida encontrando el cadáver en completa descomposición y colocado entre una pequeña viga que permanecía atravesada. Sin duda, esa vigueta fue el obstáculo para que la mar no lo echara fuera. De allí sacaron a ‘El Ferre’ ya difunto el citado Ramón González y el carabinero Jorcano, quienes depositaron el cuerpo en la fina arena de la playa de Cuevas del Mar, fuera del alcance de las olas, hasta que el Ayudante de Marina ordenó el levantamiento del cadáver. Aquella misma tarde recibió cristiana sepultura en el cementerio parroquial de Nueva.

 

Guillermo Fernández Buergo

Foto: Valentín Orejas

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