El retablo de la capilla de Santa Ana, datado en el siglo XVII, de castaño, algo inusual porque lo habitual era el pino, de buena factura artística y con oro de calidad, llegó al siglo XX con la estructura en bastante buen estado, pero con importantes daños estéticos, provocados por la humedad, los insectos xilófagos, que se alimentan de madera, y las anteriores intervenciones, ya que las mismas habían supuesto una labor de repintado, sin seguir criterios de conservación.
Entre otros atropellos, se había cubierto el retablo con una gran capa de esmalte verde e introducido masilla.
Afortunadamente, en el año 1994, a iniciativa del Ayuntamiento, se adjudican trabajos de restauración de dicho retablo a la restauradora de Obras de Arte con especialidad en Pintura, Inés García Navarro, así como a las licenciadas en Bellas Artes, Mónica Cepa y Begoña Blanco. En esa primera fase se acometió la restauración del ático y el piso superior. La segunda fase, que se ejecutó en el año 1994 y tuvo por objeto el piso inferior, se encomendó también a Inés y a la restauradora Marta Flórez Igual.
Todas las restauradoras coincidieron en que tuvieron la mayor dificultad en la labor de retirar el barniz añadido, pues se llevaba adherido el material original que recubría la madera.
En ambas acertadas intervenciones, primó la conservación de lo existente y no la reposición, ya que, como manifestó Inés al “Oriente de Asturias” :“el restaurador no es el artista original y no debe interferir en su trabajo, imitar su obra”.
Imagen, Valentín Orejas