Los cazadores de icebergs viven tiempos de abundancia en Canadá
De la Mar no solo aprovechamos muchos de sus productos que conseguimos por medio de la pesca, caza o recolección, sino que además nos ofrece productos tan inéditos y especiales como es el agua helada.
“Se derretirán en unas pocas semanas y volverán a la naturaleza de todos modos, por lo que no dañamos el medio ambiente”, asegura el capitán de la embarcación
Edward Kean, un cazador de icebergs canadiense, lleva los binoculares en los ojos con los que divisa su próxima captura, una masa blanca de varias decenas de metros de altura que sobresale del horizonte frente a la costa de la isla canadiense de Terranova.
“Es un muy buen trozo de hielo … ¡tal vez le dispare!”, exclama Kean, quien ha aprovechado de los glaciares que se derriten en Groenlandia para lanzar un jugoso comercio de agua de icebergs.
Todas las mañanas, al amanecer, el capitán del barco Green Waters, de 60 años, navega con sus tres marineros para cosechar lo que se ha convertido en su “oro blanco”, el hielo de Groenlandia a lo largo del “corredor del iceberg”.
Durante más de 20 años ha estado extrayendo agua y vendiéndola a comerciantes locales que la embotellan, mezclan con alcohol o la usan para hacer cosméticos, y con la aceleración del calentamiento global en el extremo norte, que acentúa la dislocación de la capa de hielo, los negocios están funcionando bien .
Llegado al pie de la colosal pared blanca que resplandece al sol del mediodía, el capitán saca un rifle, lo lleva sobre su hombro y dispara esperando que salga un trozo de iceberg . Uno, dos, tres disparos, pero el hielo no cede: “A veces funciona, a veces no”, dice, decepcionado.
Con la temporada alta de iceberg llegando a su fin, el tiempo se acaba. “Al llegar aquí, los icebergs se están derritiendo muy rápido”, dice el capitán, mientras explica que una vez fuera de la costa de Terranova, su caza se convierte en una carrera contra el tiempo.
“Se derretirán en unas pocas semanas y volverán a la naturaleza de todos modos, por lo que no dañamos el medio ambiente, no tomamos nada, solo usamos el agua más pura que podemos encontrar”, narra.
Después de los disparos, la operación continua con dos jóvenes marineros que en una lancha motora abordan y examinan la vecindad del gigante de hielo, tocándolo a veces, para detectar piezas flotantes cercanas.
Armados con un poste y una red, envuelven laboriosamente las preciosas pepitas de hielo, que pesan entre una y dos toneladas, y las atan a un gancho que lleva una grúa instalada en el bote.
Los trozos de icebergs se izan en la cubierta, donde el capitán los espera con firmeza, armados con un hacha, con la que golpea implacablemente para reducir el hielo a pedazos. Estos se almacenan en tanques de 1,000 litros donde se funden durante varios días, hasta llevarlos al mercado.
En total, la tripulación habrá recolectado casi 800.000 litros de agua entre mayo y julio, la temporada alta de icebergs. Tras la reventa, los contratistas locales pagarán un dólar por litro para comprar el agua preciosa.
El agua del iceberg, conocida como pura porque se congela mucho antes de la contaminación atmosférica de la “Revolución Industrial”, es ahora un argumento de elección para las empresas que desean ocupar un sector único con productos de alta gama. “Estamos tratando de apuntar al nicho de mercado de alimentos y productos saludables”, dice Edward Kean.
“Dyna-Pro”, el cliente del capitán Edward Kean, llena botellas de vidrio bien diseñadas con agua de iceberg y las vende por 16 dólares canadienses (11 euros) cada una, un nuevo producto de nicho dirigido a una clientela rica y dando a la pequeña empresa ambiciones internacionales
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.
Fernando Suárez Cué.






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