Desde que, siguiendo una información de José Saro Rojas, recogida por el que fue cronista oficial de Llanes, Fernando Carrera, pudimos comprobar que en la clave del tercer crucero de la nave central de la Iglesia de Santa María de Concejo está cincelado el retrato de un rey, que Saro Rojas identifica como el Emperador Carlos V, vengo interesada en conocer más de aquel prohombre llanisco.
Del mismo, hasta ese momento, únicamente había leído “Pequeñas Jornadas”, en las que detalla una vuelta, a pie, por el partido judicial de Llanes con una meticulosidad envidiable, un estilo sencillo, limpio y elegante y abundantes datos de carácter histórico y geográfico.
Mientras devoraba esa suerte de libro de viajes, me lo imaginaba caminando callado, con una media sonrisa y una curiosidad infinita.
Desconocía que había nacido en “el barrio del mercado, cuarto de la botica”, en Llanes, el 3 de mayo de 1846, siendo bautizado al día siguiente en nuestra iglesia parroquial por su párroco, el popular y querido don Tomás del Cueto Vallado.
Tras cursar brillantemente sus estudios en la Escuela Pública de la villa, obtuvo en Santander el título de Bachiller en Artes con la calificación de sobresaliente. Seguidamente, se incorporó a la Universidad de Oviedo para estudiar Derecho, destacando en todas las asignaturas, y completó su formación participando activamente en la Academia de Jurisprudencia. Al año siguiente, con apenas 22 años, por oposición sacó una plaza de Promotor Fiscal, ejerciendo en los Juzgados de Primera Instancia de Santander y Solsona. Sin embargo, la falta de vocación y la nostalgia por estar lejos de Llanes, le hacen abandonar la judicatura, volviendo a su villa natal donde abre un bufete de abogados enfocado a todo el Oriente de Asturias. Las crónicas de los juicios en los que participó como Letrado, le describen como “abogado brillante, de oratoria fácil y persuasiva, de estilo práctico, razonadas exposiciones y un pleno dominio del discurso filosófico jurídico”.
Afiliado al partido liberal, reorganizó la Agrupación Liberal Llanisca, se presentó a las elecciones municipales y su triunfo es total, siendo nombrado, con 26 años, Alcalde de Llanes. Ocupa la alcaldía en dos etapas, pero desengañado se aparta de la política activa y se dedica a la promoción de su bufete que alcanza justa fama en toda la zona.
A consecuencia de su acreditada profesionalidad y conocimiento del derecho se le designa Juez de Partido del Distrito de Llanes, cargo que desempeñó de 1874 a 1877.
En esa época se casa con Adelaida Bernando de Quirós y Mier, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos, de los cuales solo llegan a la edad adulta tres, José María, Francisco y Amalia.
Sensible a los ruegos del partido Liberal, vuelve a la política, y es elegido Diputado Provincial por mayoría de votos, estrenándose en la Cámara presentando una proposición para auxiliar al pueblo de Sotres (Cabrales) con motivo de una epidemia de viruela.
Se vuelve a alejar de los sinsabores de la política y comienza a colaborar en “El Oriente de Asturias”; ya con anterioridad se había iniciado como articulista mientras estudiaba en la Universidad de Oviedo, escribiendo en algunos periódicos, como “El Carbón” y “El Sella”, pero será en el semanario decano de la prensa asturiana donde se desarrollará plenamente como escritor.
Y toda esa actividad la llevó a cabo Saro Rojas a pesar de estar aquejado, desde muy joven, de una tuberculosis que le producía una gran debilidad física, por lo que sus últimos años están marcados por el lento e inexorable avance de su enfermedad, que le obliga a retirarse de toda actividad política, profesional y administrativa.
Así, su vida girará en torno a sus paseos, las tertulias en el Casino, del que fue presidente, algunos viajes a Oviedo y las estancias en el balneario santanderino de Liérganes.
No obstante, la pasión por la historia y el amor por la villa que le vio nacer le hacen continuar trabajando con intensidad y eficacia en la recolección de datos para la monografía “Llanes”, de la gran publicación “Asturias”, de Canella y Belmunt.
Murió con 53 años, en su casa de Llanes, cuando quedaba muy poco para llegar el siglo XX.
Su temprana muerte nos privó de que siguiera investigando sobre nuestra intrahistoria como él sabía hacerlo, con todo detenimiento y cuidando los más pequeños detalles.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
Imágenes, Valentín Orejas y “El Oriente de Asturias”
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