Que el mundo es de las mujeres, y que al final son ellas las que mandan, parece una frase sin sentido, pero que, en el mundo de la gente de la Mar tiene una serie de connotaciones muy significativas, especialmente en regiones como Asturias, y otras a su Levante y Poniente del Cantábrico, donde se ha manifestado históricamente en la organización social y económica de los pueblos y villas costeras.
En muchos puertos asturianos, los hombres salían a faenar, en largas singladuras según fuera la época de determinadas costeras (ya no hablamos de los que iban a la ballena o al bacalao, que es otra historia), mientras las mujeres, quedan en casa desempeñando un papel central, como gestoras de la economía y recursos familiares y, la salvaguarda de hacienda y bienes, de la alimentación y educación de los hijos, llegando a ser, por lo tanto, figuras fundamentales en el tejido social marinero. gestoras de
Después y cuando la ocasión lo permitía las mujeres se ocupaban de la venta del distinto pescado, según las costeras, arribaba a puerto traído por los pesqueros que volvían de faenar, pescado que vendían por los diversos pueblos y aldeas del Concejo y, otros limítrofes, recorriendo a pie grandes distancias con las incómodas y pesadas cestas o cajas sobre la cabeza, protegidas esta tan solo por el artesano y humilde “rodiellu”. ¿Cuántas de estas heroínas hemos conocido, admirado y añorado con cariño?
Gracias a ellas y a su trabajo, se establecieron una serie de redes solidarias que ejercieron una autoridad cotidiana en la comunidad, resultando un sistema operativo donde las mujeres, aun siendo ya un pilar de la vida económica y social de los pueblos ribereños, todavía no gozaban de representación formal en la Cofradías de Pescadores. Injusticia esta, que ya se ha reparado.
No debemos olvidar, que este liderazgo femenino ha cuajado, pues cuando la ausencia de los hombres por las largas jornadas de pesca a las que estaban sometidos, obligaba a las mujeres a tomar decisiones relevantes tanto para la familia como para la comunidad, especialmente en momentos de crisis, entremezclándose así el mito y la realidad del matriarcado que, más que un dominio absoluto, era una estructura “matrifocal”, basada en la madre como cabeza de la familia o del hogar, con un gran peso específico en la toma de decisiones familiares y comunitarias.
En décadas recientes, con la incorporación paulatina de las mujeres al tejido y órganos de representación, la “visibilización” (acción de hacer visible o notorio algo que antes no lo era), y reconocimiento de las pescaderas y otras trabajadoras de la Mar, como rederas, “anguleras”, “perceberas”, mariscadoras, conserveras, armadoras, patronas y marineras, se ha consolidado un liderazgo femenino más estructurado y reivindicativo en ya casi todos los sectores pesqueros. Las experiencias de empoderamiento han transformado el marco tradicional de las comunidades marineras y han propiciado nuevas dinámicas de poder y participación, debido a ese fino sexto sentido de las mujeres, que, con firmeza y decisión, se colocan en las nuevas primeras líneas de esfuerzo.
Se han encargado estas mujeres de cuidar y fomentar la colaboración, dentro de sus sociedades, para lograr una buena supervivencia, reforzando su autoridad moral y poder de organización, y transmitir tradiciones marítimas, tanto en el ámbito laboral, como en el ámbito festivo y ocioso.
En resumen, gracias a este matriarcado entre la gente de la Mar se ha formado una estructura estrictamente institucional basada históricamente en la madre como cabeza de la familia y que nos ha llegado hasta el presente como protagonistas esenciales de la vida marinera de Asturias y resto de las costas del Cantábrico, consiguiendo, y ahora me refiero única y exclusivamente a nuestra Villa, que gracias a sus trabajos y sacrificios la sociedad de nuestra gente ha logrado alcanzar un seguridad, una comodidad y un nivel de vida, que sin estas mujeres hubiera sido impensable lograr.
No lo olvidéis, pues así ha sido, así es y, con suerte, así será para los que nos sigan.
Un abrazo, buena mar y hasta la vista amigos.
Fernando Suárez Cué

Foto (1) A la espera

Foto (2) Pescaderas en plena faena.

Foto (3) Pescaderas de tertulia tras un merecido descanso
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