Existen 88 templos o iglesias por todo lo largo y ancho del mundo dedicados a Santa Ana, madre de las madres, por ser madre de la Virgen Maria.
Entre los ejemplos más paradigmáticos tenemos que empezar por la Iglesia edificada por Santa Elena en Jerusalén, en el lugar que fue residencia de Ana y su marido Joaquín, a partir de la tardía concepción de su única hija, la Santísima Virgen María, cuyo nacimiento yo me atrevo a fijar sobre el año 18 a.c. (según nuestro calendario); siendo Herodes el grande, Rey de todo Israel y Augusto emperador de Roma, tras su aplastante victoria sobre Marco Antonio.
Era entonces Jerusalén una ciudad libre de romanos, gracias a un rey Idumeo sometido al vasallaje del imperio, pero fiel aliado de Roma.
De los 88 templos edificados, que se encomiendan a la abuela de Jesucristo en el mundo, sobresale la Catedral de Quebec en Canadá, de donde es patrona Santa Ana de toda la región; y tenemos 26 de ellos en España, tierra mariana por excelencia; pero me atrevería a asegurar; que las dos advocaciones más marineras a Santa Ana en nuestra patria son los ejemplos de Llanes en Asturias y Garachico en la Isla de Tenerife.
Cierto que la capilla llanisca levantada en el siglo XV, se dedicó originalmente al Obispo Nicolas de Myra (patrono de muchos navegantes) y al monje palentino Pedrito González Termo, (San Telmo) el inspirador de las cofradías , ambos dos, referencia y culto de los mareantes llaniscos; cuando aún no estaba extendida ni autorizada la veneración a Santa Ana en occidente, lo que se produjo a partir de 1584 tras varias disposiciones papales de reconocimiento .
Pero no fue hasta mediados del siglo XX cuando el Estado, que pasaba por la mayor ofensiva de confesionalidad católica, obligó a que cada cofradía tuviera su santo emblemático; siendo ahí cuando los cofrades llaniscos designaron a Santa Ana, madre de la Virgen, como santo y seña de su corporación y mediadora ante Dios de sus desvelos, pasando estos de ser “mareantes” de los santos Nicolas y Telmo a “cofrades” de Santa Ana.
Pero …. ¿sabemos algo sobre Santa Ana a lo que podamos dar credibilidad?…. ¿para que el fervor mostrado por el pueblo de Llanes cada 26 de julio se asiente en el término….«como Dios manda» y no en un mero costumbrismo popular?
Pues bien, … creo que en este punto podemos dar buenas noticias. Si bien los evangelios canónicos no cuentan nada de los padres de la virgen, hay bastante escrito sobre ellos por los primeros padres de la iglesia, que bebieron de fuentes extremadamente cercanas a los hechos. Tradiciones orales de parientes y seres queridos, que fueron plasmándose por escrito.
De ahí sabemos que Santa Ana, Hannah en hebreo, que significa gracia, nació en la ciudad de Séforis, capital de la baja Galilea, quedando el lugar constatado por un templo devocional, donde las primeras comunidades cristianas se reunían para rezar. Ese templo fue después destruido durante la segunda guerra judía en el 132 d.C. por la rebelión de Bar Kobja (el Nasí o Mesías), que empezó justamente en esa ciudad. Fue esta una guerra terrible. Una de las mayores ofensivas que hubo de afrontar la maquinaria militar romana en su historia; y que causó inicialmente la derrota de las dos legiones que intentaron sofocar la rebelión, la XXII Deiatoriana con base en Egipto y X Fretensis con base en Siria. Israel logró independizarse por dos años y prepararse metódicamente para la guerra. El emperador Adriano hubo de movilizar a todo el imperio desplazando a seis legiones completas; entre las que se piensa estaba la IX Hispana, que desapareció para siempre. Fue aquí donde Adriano acuñó la famosa frase de «esta vez no habrá piedad para nadie». La guerra duró dos años, del 134 al 136 d.C. y todo Israel fue saqueado con saña. Especialmente la ciudad de Santa Ana, que pasó a ser una ruina vacía y abandonada hasta nuestros días. Posteriormente los cruzados levantaron una enorme basílica envolviendo el lugar devocional de la casita donde se recordaba la infancia de Santa Ana; basílica formidable, que posteriormente fue destruida por los turcos de Suliman.
Nuestra Ana se casó con un hombre de Nazareth, pueblo situado a 8 kilómetros, que era una villa de gremios con distintos oficios, y nutría principalmente de constructores a la capital Seforis. Y aquí tenemos un antiquísimo documento apócrifo, no canónico, (los apócrifos son evangelios rechazados por contradicciones imposibles, pero que a la vez también tiene información veraz, que es necesario discernir) llamado el Protoevangelium de Santiago; que nos ofrece la siguiente historia:
En Nazareth vivían Joaquín y Ana, una pareja rica y piadosa pero que no había podido procrear. Esto se consideraba una maldición del cielo para los Israelitas, un castigo de Dios por algún pecado propio o de sus ancestros.
En estas transcurría el matrimonio nazareno, cuando en una pascua en Jerusalén Joaquín se presentó para ofrecer un sacrificio en el Templo, imaginamos que movido por el ansia de pedirle a Dios descendencia, teniendo en cuenta que la edad de procrear estaría rondando los límites de la naturaleza. Sin embargo fue rechazado por un tal Rubén, bajo el pretexto de que hombres sin descendencia no eran dignos de sacrificar ante Yahave. «Joaquín, cargado de pena, pues ya no eran tan jóvenes se retiró a las montañas a implorar ante Dios en soledad» (una costumbre muy judía por otra parte la del anacoretismo).
También Ana, conocedora del gran dolor de su esposo, clamó al Señor pidiéndole que retirase de ella la maldición de la esterilidad y prometiéndole dedicar su descendencia a Su servicio.
Sus oraciones fueron escuchadas; un ángel visitó a Ana y le dijo: «Ana, el Señor ha mirado tus lágrimas; concebirás y darás a luz y el fruto de tu vientre será bendecido por todo el mundo». El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, quién volvió a donde su esposa. La pareja consiguió concebir y en agradecimiento se mudaron a vivir a Jerusalén haciendo una vida al servicio del Templo.
Allí, según la misma tradición, nació y se crió la Virgen Santísima. Allí también murieron estos venerables santos. Una iglesia, conocida en diferentes épocas como «Santa María ubi nata est» fue construida en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena (madre del emperador Constantino), sobre el lugar de la casa de San Joaquín y Ana. Sus tumbas fueron honradas hasta el final del siglo IX, cuando los invasores musulmanes la convirtieron en una escuela. La cripta, que originalmente contenía las santas tumbas (vacías claro está), fue descubierta el 18 de marzo de 1889.
Hasta aquí la historia. Ahora hablando del santoral ¿Por qué se celebra la festividad de Santa Ana el 26 de julio?. La respuesta más probable es que fue traída a occidente en la memoria de regreso por los cruzados que pasaban por Constantinopla y allí se veneraban los restos de ambos San Joaquín y Santa Ana, que habían llegado a aquella ciudad (actual Estambul) en el 710, poniéndose a salvo de la destrucción y persecución islámica. Fue el 25 de julio de aquel año cuando los restos mortales de ambos esposos llegaron a la excelsa capital del cristianismo oriental y 26 de julio la fecha de inauguración de la basílica donde se depositaron tales restos; según nos cuenta el canon del Oficio Griego de Santa Ana, compuesto por Santo Theofanes en el 817. Entiendo que estas fechas estarían gravadas en las piedras de la basílica y los visitantes occidentales traían a occidente en su recuerdo las fechas de la festividad, que después se transmitió al santoral católico.
Y ¿porqué Santa Ana?…. Imagino que si lo preguntamos por la calle entre los llaniscos, cada persona dará un parecer diferente; pero me aventuro con dos respuestas que se llevarían la palma. Los que dirían… pues no lo sé… pregúnteselo a los mareantes, es patrona de la cofradía, ellos sabrán contestarle. Y también habría los que dirían…, muchos sin duda… pues porque su iglesia está allí… ¡desde siempre!.
En efecto, desde siempre los hombres, fueran o no creyentes, cuando la tormenta arreció, elevaron sus ojos al cielo en busca de un amparo superior ….. ¡Dios mío! …. ¿Vamos a morir verdad?…. Fueron las últimas palabras que los teléfonos de emergencia gravaron a los aprisionados en las torres gemelas de Nueva York antes de que colapsaran. Y es que guste o no, sea espontáneo o voluntario, en el interior de los hombres, ante lo que parece inevitable o en el fragor del combate, sale a relucir esa vena trascendente, esa llamada que describen los evangelios durante una tempestad en el lago Tiberiades… ¡Señor sálvanos que nos hundimos!
Si… así es…. Y de esto saben mucho los mareantes; hombres que deciden desempeñar su vida sobre el inestable manto que cubre las ¾ partes del planeta azul. Es la tierra un planeta, que de tierra tiene poco; y son muy pocos los hombres, habitantes terrestres, que desafiando su medio surcan los mares con sus embarcaciones, no sin pagar muchas veces su tributo con la propia vida.
Pues bien, no hay marinero, que cuando se encuentra atrapado con su nave en un mar enrabietado, que parece empeñado en devorarlos a todos, …. cuando ya el barco va caldo de tanto agua hasta la borda y abatido sin obediencia al timón…. no retraiga el pensamiento hacia su madre…. Sí ….así lo contaron muchos que sobrevivieron…. los hombre en los momentos límite, dedican los últimos pensamientos a las madres en cuyo interior pasaron la silenciosa etapa de su procreación.
Curiosamente el catolicismo decae en su práctica, excepto en los santuarios marianos, que siguen conmoviendo los corazones mas endurecidos.
Si la Virgen María es para los navegantes cristianos “Estela Maris” la Estrella del Mar; …..¿ como no acordarse, celebrar, y venerar a aquella que tuvo el privilegio de procrear en su interior a la Virgen María?, aunque en la capilla aparezca pequeñita. …¿Qué mayor invocación a la protectora de los marineros llaniscos, que la advertencia de su Santa Madre Ana?….. y cada 26 de julio, que el pueblo de Llanes se viste de gala, embarcándose y acompaña a sus gentes del mar en la celebración a su patrona, que es paseada para la ocasión…. sean los asistentes hombre de fe o no … eso da igual….. en el cielo sonará autoritariamente, como un eco, la voz de Santa Ana….. dirigiéndose a su hija……. ¡NUNCA¡……¡oíste!…… ¡JAMÁS¡….. ¡entendiste!, ….te olvides de mis gentes de Llanes en apuros,…… porque ellos nunca se han olvidado de mi. … y la Virgen que es mediadora ante Dios de todas las gracias… le obedecerá.
Juan Ignacio Moreno