Plano de la villa de Llanes fortificada de forma rectangular con tres torres y un castillo (1627)
A propósito de los testimonios como el de Lorenzo Vital (arriba a Tazones como ayuda de Cámara del rey Carlos I, el 19 de septiembre 1517), que hasta nosotros han llegado sobre nuestro puerto, cuando dice… “en toda la costa de Asturias no había sitio más peligroso para destrozarse los barcos”, o el que nos relata Pedro Texeira, cosmógrafo de Felipe IV (el Rey Planeta) en 1634, que comenta, “el puerto que tiene no es de mucha consideración, no entrando en él, navíos si no muy pequeños. Fabrican en él algunos barcos para la pescaría, que es el maior trato que tiene”.

Atlas del ‘Rey Planeta’. Pedro Texeira. (1634).
Contar con un puerto, a la vez tan pequeño como peligroso, crea en ese enclave una situación en que el pescador, para contrarrestar los duros días en que la Mar le niega sus productos, es temporalmente y la vez, campesino, aunque este modo mixto de actividad no suponga nada respecto a la posición social ni económica, debido a la pobreza demográfica de estos grupos, que son más bien pocos.

La antigua y peligrosa abra de la ría del Carrocedo (1903)
En esta época, como en las posteriores, la barra de entrada sigue siendo la mayor preocupación de las gentes de la Mar, así como también lo es la lamentable ruina en que se encuentran los muelles, que necesitan urgentemente una reparación a fondo, o la construcción de otros nuevos que sustituyan a los antiguos.
En un antiguo derrotero publicado en 1789, dice que, “el río de Llanes es muy estrecho y tiene barra con solo 2 pies (0,61 cm.) de agua en baxamar; en su entrada esta el baxo de la Oxa que la hace muy difícil, particularmente en malos tiempos.”

La difícil entrada al puerto interior (1910)
Nuestro puerto, que, a finales del siglo XIX, era capaz de recibir y guardar barcos de hasta 300 Tm. entró después en una pendiente de degradación que lo dejó en un estado realmente deplorable, no pudiendo decirse que fuera mejorado hasta muy entrado el siglo XX
Finalizada la industria proveniente de la pesca de la ballena (la última fue cazada en Gijón en 1722), y aunque el historiador Francisco Martínez Marina dice que todavía se capturaban en los primeros años del pasado siglo, la realidad es que esta industria desaparece de los trabajos marineros, y es tan solo un vivo recuerdo de los habitantes de la región.
Es cuando la marinería se dedica a la captura de otros peces cuyas costeras se presentan más abundantes y cercanas. Estamos hablando de las costeras del besugo, bonito (de Junio a Setiembre y se efectuaba a unas 16 millas de la costa), xarda, salmón, pero destacando entre todas por sus rendimientos económicos, la merluza, sardina, y congrio. Este se pesca todo el año.
La más curiosa de las artes de pesca, fueron las redes empleadas en nuestros tres grandes ríos, Cares, Sella y Deva, que hoy día está en desuso por prohibidas, y fue el empleo de estas redes salmoneras, a las que denominaban “traineras”, las que trajeron a esas tierras una riqueza más que sustanciosa.
Eran redes “pasivas” (redes barrederas, de cortina o trapa), tenían unas dimensiones de 200 varas de largo (166 m.), 12 varas de alto (9 m.), en el centro y entre 8 a 10 varas 6 a 7 m.) en los extremos, y en las cuales, en su relinga superior se armaba una fila de corchos, mientras que en la relinga inferior se colocaban una hilera de piedras de peso.
A esta pesca, también se dedicaban los aldeanos habitantes de las riberas de los citados ríos, los cuales se beneficiaban sobre todo de la pesca de los “pintos” o “esguines” (crías del salmón que todavía no ha salido a la Mar), por medio de los “cestones” y “ruimbres”, dos sistemas totalmente prohibidos ya desde 1943.

Cestos de pesca
Estas acciones, rápidamente crearon pleitos entre unos y otros, teniendo que resolverlos los “Jueces de Marina”, por parte de los marineros, y los “Jueces Ordinarios”, por parte de los ribereños.
Fue una época en que la pesca enriquecía a la marinería y generaba un importante comercio hacia Castilla, ya sea como pescado salado o como “cecial” (pescado seco curado al aire), que, por medio de arrieros, que compraban en toda la cornisa Cantábrica, los transportaban después en grandes carretas, y tras cruzar la Cordillera, hacia Castilla y León
Como nos cuenta el ictiólogo y escritor, Antonio Sañez,Reguart, que “en el Deva era todo salmón, y en el Sella se llegaban a pescar anualmente entre 10.000 y 12.000 salmones anualmente”.
A finales del siglo XIX es un hecho ya, la decadencia pesquera de nuestro puerto con un verdadero hundimiento de la economía, diciéndonos Martinez Marina, que “el puerto presenta un estado deplorable, ya que ha desaparecido casi en su totalidad el comercio marítimo, y solo son tan solo quedan 4 lanchas de pesca”
Buena Mar y hasta la vista.
Fernando Suárez
Bibliografía.
Enciclopedia General del Mar.
La región costera del Oriente Asturiano. Manuel Ferrer
Antiguos mareantes de Llanes. Antonio Celorio Méndez-Trelles.
Pesqueros españoles.
Asturias y la Mar
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