¿DESTINO O CASUALIDAD?

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En la historia sumergida de Llanes aparecen nombres de barcos hundidos en las cercanías de nuestras costas, como el “Pedrosa” o el “Santa Rosa”, que han generado una y mil historias.

Pero en esta ocasión me van a permitir que dedique este artículo a un naufragio que no ocurrió en nuestras aguas, sino en las del Estrecho. Se trata del hundimiento del crucero “Reina Regente”, y al final de este relato, si tienen un poco de paciencia, averiguaran su relación con Llanes.

Aquel buque mimado por la Armada español y que se utilizaba como navío de representación, había sido botado en los astilleros galeses de Thompson-Clydebank en 1887 y  costado siete millones de pesetas, navegaba a 20 nudos y estaba armado con cuatro piezas Hontoria de 240mm.

Ocho años más tarde, exactamente el 9 de marzo de 1895, zarpó del puerto de Tánger con dirección a Cádiz, tras trasladar a una delegación marroquí que días antes había estado en Madrid negociando con el gobierno español de Sagasta las condiciones de paz de Marrakech de 1894.

Cumplida la misión zarpó rumbo a Cádiz, pese al mal estado de la mar, al parecer porque su capitán, Francisco Sanz de Andino y Martí, no dudo en forzar el Estrecho, ya que se había comprometido para asistir a la botadura de otro crucero, el “Carlos V”.

Cuando llegó al centro del Estrecho se encontró con un mar arbolado, que lo cogió de través.Y colgado en la cúspide de una montaña de agua, se partió en dos y se fue a pique, sin dejar rastro ni de su aparejo ni de sus 412 tripulantes.

Aquella tragedia consternó a toda España, celebrándose a lo largo y ancho de nuestro país funerales por las numerosas victimas y recaudándose fondos para socorrer a las familias, uniéndose Llanes, en las medida de sus fuerzas, también para mitigar tanto infortunio.

Si han llegado hasta aquí, se han ganado que les cuente que el motivo de este relato es que, según recogió nuestro semanario local, el Teniente de Navío Agustín Posada, natural de Llanes, donde pasaba largas temporadas con su familia, era miembro de la tripulación del buque siniestrado.

Afortunadamente, el llanisco no embarcó en el último viaje de “Reina Regente”, porque disfrutaba de un permiso para contraer matrimonio, librándose por esa coincidencia de una muerte segura.

 

Fuentes, Gaceta Náutica y “El Oriente de Asturias”

Imagen, óleo de Manuel Ussel

 

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