Por: Guillermo Fernández Buergo

Este fin de semana es una prolongación del día 31 de diciembre. Sucede que los que siguen el calendario gregoriano y tuvieron óptima ventura o mala fortuna en el año fenecido piden dos cosas casi idénticas: que continúe la buena suerte o que se corte la mala racha que conduce al precipicio. Son días en los que se formulan infinidad de propuestas, como dejar de fumar, adelgazar, beber menos cubalibres, ahorrar, comprar un piso, buscar novio o novia, quedar viudo o viuda, tener un hijo, viajar, escribir un libro, abrir un negocio o conseguir un trabajo mejor remunerado, entre otros miles de proyectos posibles.

    Celebré la Nochevieja en familia, estrenamos una nueva caldera de gasóleo y daban las tres al llegar a la cama. Al día siguiente me levanté a las once, viajé hasta Nueva, donde había bastante gente por bares y terrazas, inconscientes que en su mayor parte carecían de mascarilla. A eso de las cuatro de la tarde fuimos a dar un paseo por Camplengo, Poo, Porrúa y Las Nieves. En la zona alta de Poo, cerca del depósito de agua, al inicio de una senda que te lleva a las praderías de Porrúa, clavado en un fresno se hacía visible un cartel avisando a los dueños de perros de que sus canes serán muy guapos, pero no mean colonia ni cagan bombones. El rótulo explica que como propietario del perro tienes que administrar la recogida de sus residuos sólidos. Vimos muchas más cosas, como a una vaca casina que mugía para localizar a sus dos becerros, un par de recién nacidos que cada vez se alejaban más de su progenitora. Y un árbol cargado de manzanas amarillas en pleno mes de enero.

    Al regresar a la villa descubrimos un excelente plan para hoy en el Mercadillo Navideño. A través de un cartel nos enteramos de que el domingo 2 de enero, en la plaza de Santa Ana, a partir de las 13: 30 horas, se podrá adquirir una ración de la llamada Gran Paella Solidaria, cuya recaudación se destinará íntegramente a los damnificados volcánicos de la isla de La Palma. De la elaboración se encargará el dinámico hostelero Silverio Sánchez y creí entender que los ingredientes eran donación de la empresa Mantua Sugerlati Ibérica. El increíble precio de la ración de paella es de tres euros, así que habrá que subirlo hasta cinco.

    En el mercadillo tiene instalado un estand la Cofradía de Pescadores Santa Ana de Llanes, caseta que gestionan con eficiencia, cariño y solvencia Maiche Perela y Pepín del Rosal. Allí vi días pasados largas colas para adquirir décimos de Lotería de Reyes, así como el libro «Antiguos mareantes de Llanes», un volumen del que es autor Antonio Celorio Méndez-Trelles y que debería figurar entre los libros de cualquier llanisco que se precie de su llanisquismo. Llanes sin el mar no es nada. El libro narra las vivencias de la marinería llanisca y todo lo relacionado con el mar a la largo de la historia. Además, sus promotores tienen la osadía de sacarlo al mercado por apenas 20 euros. Un regalo apropiado para la Navidad.

    Saludos cordiales y cuento las horas que faltan para acercarme a colaborar en la Gran Paella Solidaria del emprendedor Silverio.

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