Entre esos personajes que conforman la intrahistoria de Llanes y cuyas biografías fueron el resultado de una ardua labor de Lolo Maya, me permito traer a un gaitero, sin duda, el mejor de su tiempo: Manolo Rivas.
A este animador de las fiestas y romerías de la comarca, que nació en la Portilla en el mes de mayo de 1884, hijo de Benito y Josefa, le surgió la vocación musical siendo muy niño, por lo que su padre, que era relojero, ejerciendo su oficio en un local próximo a las Siete Puertas, le compró, con gran esfuerzo económico, una gaita.
Recibió clases de Juan de Andrín, que a pesar de su ceguera le enseñó con gran paciencia y maestría, y con él intervino en numerosas fiestas y mantuvo gran amistad.
Debutó precisamente en la fiesta de San Juan de Andrín, en la cual cobró tres duros de plata, y tras foguearse en múltiples festejos, en el mes de mayo de 1906, tras casarse en enero con Lucinda Ibáñez Miguelez, una rapaza de Alevia, actuá en Madrid ante el rey Alfonso XIII.
Famoso ya en toda Asturias, es invitado a participar en diferentes localidades del Principado, siempre acompañado por su tamboritero, Ramón Amieva, y los bailadores del Pericote: Leonor y Oliva Parres con Antonio Vilarchoa; Concha y Piedad Cué con Ramón Soberón.
En 1917 actúa en Vidiago, a requerimiento de los Condes del Valle de Penduales, ante la infanta Paz de Borbón, y en ese mismo año es una de las atracciones de la “Fiesta del Indiano”.
No faltó en los festejos del centenario de Covadonga, donde de nuevo los Reyes, desde un balcón del Gran Hotel Pelayo, aplaudieron la actuación de Manolo Rivas y su grupo de Pericote.
También, viajó a Cuba llevando la alegría y mitigando la nostalgia a los residentes llaniscos de la isla.
Mediado el siglo pasado, exactamente en 1950, el gaitero y su grupo participan en el Concurso de Danzas celebrado en el Teatro Real y, en reñida competencia con otros 37 participantes, obtienen un tercer premio. El primer premio en dicho Concurso lo conseguirían dos años más tarde.
Nunca dejó Manuel Rivas de la Fuente de actuar en el festival de San Roque, siendo el último, ya aquejado de enfermedad, el de 1953; sin embargo tuvo fuerzas para ir el año siguiente a Oviedo a intervenir en el “Día de América en Asturias”.
Tras aquel desfile por las calles de la capital, se retiró de modo definitivo a su rincón de Alevia, donde falleció el 1 de julio de 1956.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
Imagen, Valentín Orejas
0 comentarios