Corriendo el año 1926, exactamente el domingo 26 de septiembre, tuvo lugar en la villa un gran acontecimiento, en el cual se dio cita todo Llanes y familias del Concejo. Se trataba de la inauguración del Salón Moderno, que vino a sumarse al teatro Benavente en cuanto a la oferta cinematográfica, siendo su propietario el riosellano Antonio Blanco Junco.
El postrero de los antiguos Coliseos de la villa de los que ya, desgraciadamente no nos queda ninguno, que compitió lealmente con el Bevavente, presentaba su entrada principal por la calle de las Barqueras, por un pasillo inmediato al Banco Asturiano, en el cual unos llamativos marcos con espejos anunciaban los estrenos de la temporada. Tras el pasillo, una mampara daba acceso a una sala de espera que se abría a más de 300 butacas, 9 plateas, 25 delanteras de grada y 122 entradas de grada. No faltando cortinajes de terciopelo de elegante color en cuyo centro se destacaba el blasón de Llanes.
Contaba con pianola eléctrica, receptor de telefonía sin hilos, alumbrado con todos los modernos adelantos y las lámparas esmeriladas del techo disponían de luces rojas que se apagaban en los entreactos. No le faltaba manga de agua para incendios, tres puertas a la calle de La Calzada para casos de alarma, calefacción, caja de resonancia y una coqueta cantina muy bien decorada y mejor surtida.
Asimismo, el aparato de proyecciones era de los más modernos que se conocían entonces, presentando una imagen limpia y fija.
Cuentan que en originalidad, elegancia y comodidad se podía comparar con los mejores cines de la capital de la nación.
El día de la inauguración se proyectó “La casa de la Troya”, dirigida por Manuel Noriega, cineasta natural de Bustio, bien conocido en Llanes, donde había rodado algunas escenas de su más famosa película: “Bajo las nieblas de Asturias”, estrenada en aquel mismo año.
Además de mucho cine, como las primeras versiones de“Los tres mosqueteros”, “Ben-Hur”, “¿ Quo vadis?”, “El fantasma de la ópera”,“Drácula”, “Frankenstein” y “El hombre malo”, obra adaptada al español por el llanisco Baltasar Pola y multitud del popular género del Oeste; se celebraban fiestas de Carnaval, bailes de disfraces, conferencias, recitales, folclore, concursos de copla de Llanes y sonados homenajes con cenas multitudinarias. También, desfilaron por su escenario artistas de la talla de Rosario y Antonio, Carmen Flores, tenores y el que se dice que fue el mejor gaitero de todos los tiempos: Manolo Rivas.
La vida de aquel coliseo llanisco, testigo del paso del cine mudo al sonoro, fue muy corta, apenas 11 años, ya que en plena guerra civil las bombas, que lo confundieron con el cercano Benavente, por entonces convertido en arsenal, lo destrozaron.
El adiós definitivo de aquella ruina irreversible, de aquel abandonado caserón, que conocimos varias generaciones de llaniscos, tuvo lugar en el año 2004 y dio paso a un grupo de viviendas.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
Imágenes, “El Oriente de Asturias” y Valentín Orejas
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