Actualmente, no existe en la capilla de Santa Ana ninguna imagen de San Simón, aunque consta que la Cofradía de Mareantes del Sr. San Nicolás celebraba su festividad sacando su imagen, junto a la de San Pedro (Simón Pedro), en procesión el 29 de octubre, hablándose de San Simones.
Por esa razón, dedicamos a Simón apóstol, el menos conocido de los apóstoles, estas líneas.
Nació en Caná, de Galilea, y era conocido por el Zelotas (Celoso) al profesar, de forma rigurosa, el integrismo judío. Desarrolló su misión pastoral en Egipto, Mauritania y Libia donde se une a Judas Tadeo y viajan por Cirinea y Persia. En este último país, combaten las herejías de los sacerdotes paganos Zaroes y Arfexet sublevando al pueblo contra ellos por lo que son encarcelados y martirizados. A Simón le cortan el cuerpo con una sierra y a Judas le golpean en la cabeza y después lo decapitan con un hacha. Tras la invasión musulmán de Turquía, sus reliquias, en el año 800, se trasladan a Roma.