Para el resto de los llaniscos, Don Francisco García Ruenes (“Fallo”), fue notario, armador y marinero, cumpliendo las exigencias de estas profesiones y oficios tan admirablemente y con tal esmero y exactitud, que se le consideraba como una persona verdaderamente extraordinaria.
A las tres de la mañana ya estaba en su oficina, despachando los asuntos del juzgado y los de la Notaría, con el fin de poder quedar libre a las nueve de la mañana, para poder dedicarse así a su verdadera pasión, como era construir embarcaciones, mayores o menores, en el Portal de Santa Ana, cuando llovía, y en el arenal de la antigua dársena, “La Concha”, cuando el tiempo le presentaba su cara más bonancible.
En ese arenal, construyó, calafateó y pintó, embarcaciones tan nuestras como el patache “San Francisco”, el “Carrocedo”, el quechemarín “Magdalena”, y la gran, preciosa y marinera lancha, “Nuestra Señora de la Lindes”, conocida por todos los llaniscos como “Las Lindes”.
Fue el primer presidente efectivo de la “Sociedad Salvamento de Náufragos” (“La Tijerina”).
Según relatos de la saga familiar, Francisco García Ruenes (“tiu Francisco”), el gran protector de la familia admirado y recordado por todas mis tías, aunque creo que alguna de ellas, las más jóvenes no llegaron a conocerlo, mandó construir casas para beneficios de marineros, siendo aún, uno de los edificios más famosos y emblemáticos de nuestra Villa, la “Casa de los pescadores”, sita en el llanisco barrio de “La Moría
Pues bien, siendo al parecer este personaje familiar, de carácter fuerte, modesto y con un comportamiento ejemplar y muy querido por sus convecinos (“Fallo”), era al mismo tiempo poseedor de ese humor inteligente y socarrón propia de los llaniscos, por lo que según contaban en las tertulias que se hacían en la espaciosa cocina de la casa de “Santana” después de cenar, parece ser que en la escritura que amparaba la propiedad de esta casa, después de su descripción, y al llegar a determinar su situación, la escritura rezaba: “limita al oeste con la casa propiedad de (…), al sur con la calle de la Moría, al este con el Fuerte, y al norte con “Angalaterra”…”la Mar de por medio”.
Como protector de la familia, y sin descendencia directa, ya que no tuvo hijos, se dedicó totalmente a ella, llegando a mis oídos una anécdota familiar, en la que se contaba que una de sus frases antes de morir, fue la que rezaba… “Si yo os hubiera dejado en herencia, todo lo que le entregué a la Mar, no tendríais problemas económicos nunca más”
No he visto la escritura, que yo recuerde, pero esta descripción me gusta que sea cierta.
Por último, quiero deciros que en testamento dejaba todos sus bienes a las mujeres de la familia, pues según él, los hombres debían ir a buscarse la vida y formar su propio patrimonio.
Como en otra casa de la familia, en la mía también preside la entrada un cuadro de tan recordado personaje.
“Vivir en los corazones que dejamos atrás, es no morir”
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos
Fernando Suárez Cué

Foto (1) Francisco García Ruenes (‘tiu Francisco’), rodeado de sus sobrinos. Foto de su sobrino-nieto Baltasar Cué Fernández (1890)

Foto (2) Francisco García Ruenes (‘Fallo’)

Foto (3) ‘Casa de pescadores’ en La Moría (1940)
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