ALFONSO IX Y LLANES

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En el recorrido por las calles de Llanes, fijándonos en los personajes que les dan nombre, que empezamos con el Adelantado de la Florida, les propongo en este ocasión atravesar la dedicada a Alfonso IX, que baja de Genaro Riestra para desembocar, entre el Ayuntamiento, el Torreón y el Casino, en Nemesio Sobrino.
Sabemos de este rey de León, nacido en Zamora a finales del siglo XII, el cual destacó por favorecer a los municipios y limitar el poder nobiliario, convocar una Cura Regia, a la que por primera vez asistieron los representantes de las ciudades, los burgueses, lo que dio lugar al origen de las Cortes y, también, por fundar, en un intento de que su reino tuviera estudios superiores, Las Scholas Salmanticae, germen de la Universidad de Salamanca.
Sin embargo, este monarca tan ilustrado y adelantado a su tiempo, no descuido su actividad reconquistadora llevando las fronteras del reino hasta Sevilla.
Lo que no resulta de tan conocimiento general es que Alfonso IX, descrito por alguno de sus biógrafos “como de buen talle, acaso rubio y de cara ancha y gran fortaleza”, quizá ilustrándose en la escultura de su sepultura que reposa en la Catedral de Santiago de Compostela, tenía una debilidad, que no era otra que su atracción por las mujeres.
Cuentan que, además de casarse en dos ocasiones, la primera con una prima, Teresa de Portugal, y la segunda con Berenguela de Castilla, a la sazón sobrina suya, matrimonios que fueron anulados por consanguinidad, aunque pudieron latir otros motivos más ocultos, tuvo más de media docena de amantes y 19 hijos reconocidos.
Llegado a este punto, nosotros a lo nuestro, que no es otra cosa que todo llanisco, que se precie de serlo, aprende de crío que el Rey Alfonso IX, padre de Fernando III “El Santo”, otorgó en el año 1228 a Llanes un Fuero, algo así como un carnet de identidad, por el que se le concedían libertades, preeminencias y privilegios, además de darle el título de Villa, señalar sus términos y liberarlo de toda intromisión nobiliaria.
Asimismo, sabemos que durante más de medio siglo, el Fuero, más exactamente la confirmación en folio y pergamino que del mismo hicieron los Reyes Católicos en Valladolid el 28 de abril de 1481, salió del archivo del Ayuntamiento de Llanes- hay versiones que indican que fue sustraído- y durante más de medio siglo se perdió su pista, siendo reintegrado al Consistorio llanisco por Fermín Canella Secades en el año 1888.
Y llegado al final de estas líneas y, también, de la calle, no puedo dejar de mencionar que a los pies del Torreón de piedra caliza y planta circular perdura, desde no se sabe cuánto, una suerte de bonsai muy querido por los llaniscos, que conocemos como el peralín de Labra, al que se le debe al menos la colocación de una placa.

Imagen, Valentín Orejas

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