Benito González Pérez, como tantos indianos llaniscos, no se olvidó de su tierra natal, Andrín, donde nació en el primer año del siglo XX.
Con apenas 15 años, el día 19 de diciembre de 1915, embarcó en el puerto de Santander a bordo del vapor Alfonso XII con destino a Veracruz.
En la capital mexicana, se incorporó a un comercio de abarrotes. Tras años de esfuerzo y trabajo se independizó estableciéndose con un negocio de aceites lubricantes, que amplió con ventas relacionadas con las parafinas.
No volvió a España hasta el año 1942, y lo hizo para casarse con Amelia Álvarez Álvarez de Purón. Regresa de México en la década de los años 50 y fija su residencia en Madrid. En la capital de España, adquiere una patente noruega de pintura plástica, que comercializa con el nombre de “Duraval”, con la que consiguió unos resultados extraordinarios.
Don Benito, de gran talla humana y altruista, no cesó en su empeño de mejorar su pueblo. Así, además de donativos que entregaba a las familias más humildes y la atención que prestaba a los enfermos de precaria situación económica, a los que, incluso, llevaba a ingresar en sanatorios particulares a su cargo, participó en multitud de obras benéficas. Entre ellas, la construcción de las escuelas, la carretera a la playa con el ensanche y bajada hasta la misma, la ampliación y ajardinamiento de la plazuela de la Iglesia de San Juan. También, mejoras en la traída de agua y el drenaje para llevar a efecto la realización del desagüe. Asimismo, restauró la fuente de San Juan, reconstruyó muros del pueblo, creó una cooperativa agrícola y amplió y mejoró la capilla de Nuestra Señora. Durante las Navidades todos los años regalaba turrón a los niños y ancianos necesitados, entregando, además, espléndidos aguinaldos.
También por su iniciativa se acondicionaron los accesos a la cueva de la Sonraxa, dotándola de escaleras de bajada y puerta.
En 1965, Andrín obtiene el título de “Pueblo más bonito de Asturias”, galardón en el que don Benito tuvo mucho que ver, ya que contribuyó al arreglo de calles, casas y jardines.
Andrín, que le honró siempre con cariño, le nombró hijo predilecto, y en 1968 fue galardonado con la medalla de oro del Excelentísimo Ayuntamiento de Llanes.
Falleció en Madrid en 1986.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
Imágenes, “El Oriente de Asturias” y Valentín Orejas
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