El Café Pinín, después Café Armas y de nuevo Café Pinín, fue adquirido, en 1930, a su propietario Alejandro Ruales por el entusiasta e inquieto emprendedor José Armas Caso, natural de Cantabria, que ya regentaba en aquellos años la cantina y el restaurante de la Estación de Ferrocarril de Llanes.
En la parte posterior de dicho Café, uno de los más antiguos de Asturias, se ubicaron dos teatros, “El Teatro de la Pedraya”, inaugurado en 1879, y “El Teatro de Llanes”, que lo fue en 1882.
Más tarde, corriendo el año 1968, su hijo Miguel Ángel Armás González cogió el traspaso, sucediéndole su nieto Fernando Armas Gago, que se hizo cargo del negocio en 1994.
En aquel establecimiento de 240 metros cuadrados y con sus inolvidables mesas de mármol en las que se jugaron miles de partidas de cartas, dominó y ajedrez, se instaló la primera televisión y durante tiempo fue el único lugar de la villa en el que se podían sellar las quinielas de fútbol.
Además, según aseguran, en un local anexo, que se conocía como “el Cuartín”, se jugaron memorables partidas de póker.
Tampoco podemos olvidar que, en “El Pinín”, falleció el 6 de septiembre de 1966, mientras jugaba una partida de ajedrez, el escritor y filósofo Fernando Vela, mano derecha de Ortega y Gasset.
Asimismo, por el viejo café pasaron muchos personajes famosos, como Paco Rabal, Antonio Machín o Lola Flores.
“El Pinín” cerró sus puertas el 9 de enero 2016, dejando atrás casi 100 años de historia de Llanes y de la familia Armas.
Un tiempo después, Fernando Armas Gago abrió un bar-restaurante, con el mismo célebre nombre, en la calle Mayor de la villa llanisca. En la actualidad, lo regenta un bisnieto de José Armas Caso, Tristán.
En 1932, “El Oriente de Asturias” recogía esta reseña sobre el inolvidable Café Pinín:
“Goza ya en todo el concejo este establecimiento llanisco de la recta nombradía de una institución. Instalado con todas las comodidades del moderno confort en el más céntrico lugar de Llanes, dotado de amplias terrazas, no es un café, sino el café llanisco.
Su esmerado servicio, la exquisitez y variedad de bebidas, la excelente clase de café-exprés que diariamente expende, le sostienen en este privilegiado lugar único, al que no llegan las competencias.
En la temporada estival, en tanto que desde sus terrazas se contempla el paseo nocturno que diariamente se forma en esa calle, acuden allí numerosos consumidores de cervezas heladas, de sus agradables refrescos, de sus excelentes bebidas compuestas de todo lo que pueda hallarse en los establecimientos análogos mejor surtidos de cualquier capital española.
Sus exquisitos bocadillos de lomo y de ternera, son magníficos entreactos, sobre todo en las largas veladas de las fiestas llaniscas. Una magnifica radio-gramola pone diariamente en el público la alegría del jazz o las noticias de los últimos sucesos.
El dueño de tan admirable establecimiento, don José Armas, reparte también su inagotable laboriosidad en la cantina y restaurante de la Estación, que gozan entre los que viajan asiduamente por esta región de justa y bien ganada nombradía, sirviéndose en este restaurante toda clase de banquetes y comidas de encargo, con la exquisitez y perfección que dedica este competente industrial a todo lo que atañe al desenvolvimiento de sus acreditadísimos negocios”.
Fuente, “El Comercio” y “El Oriente de Asturias”
Imágenes, “El Oriente de Asturias”, Valentín Orejas y óleo de Alejandra Mallén
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