Escribía Ángel Pola, con mucho sentimiento, que el grito de ¡cayó un críu al agua! solía herir como un latigazo el sosiego de las riberas del Carrocedo, y hacía surgir desoladas a las madres de todos los accesos, y correr angustiadas, clamando con espanto:
-¡Fiu del alma!.
No se detanían a inquirir si era el propio o ajeno. Lo daban, en su presentimiento, por cierto.
Imagen, Archivo Fernando Suárez Cue
0 comentarios