Don José Parres Piñera, que había sido secretario de la Junta de Culto y Clero en el Ministerio de Justicia, todos los años al acabar los oficios del día de Viernes Santo, a los que asistía de librea y sombrero de copa, requería testigos y siempre algún marinero y con ellos entraba por la puerta principal del Cercao y atravesando todo el frente de la casa salían por la puerta que daba a la calle de Babilonia, con objeto de que no se perdiera el derecho de paso, constituido cuando se cerró la expresada propiedad por el obispo Pedro Junco de Posada.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
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