Entre las muchas cosas que, cuando era cría, escuché contar a mi abuela, que se había impuesto la obligación de desasnarnos, fue que hubo alguien nacido en la Herrería que pudo llegar a ser Papa.
En aquel tiempo, al tener otros afanes, no presté mucha atención, pero como lo que nos repiten de niños se queda grabado, hace un tiempo al pasar por ese lugar de la parroquia de Vibaño, me vino a la cabeza aquella historia y decidí informarme.
Entonces, me enteré de que el personaje que tuvo posibilidades de ser Obispo de Roma y máxima autoridad de la Iglesia Católica, no fue otro que Don Pedro de Inguanzo y Rivero, que efectivamente nació a finales del año 1764 en el palacio de la Herrería, cerca del puente.
Al parecer, sus padres habían planeado que Pedro, que no era primogénito, disfrutara del privilegio de la exclusividad para ocupar los cargos beneficiados de la Iglesia, pero para lograrlo era condición que el recién nacido se convirtiera en hijo pilongo de Llanes, y por lo tanto debía ser bautizado en Santa María del Concejo.
Así, sin tener en cuenta las dificultades del viaje, en un día glacial de invierno, trasladaron al niño, con apenas siete días, de la Herrería a la Villa.
No defraudó el hijo a sus padres, ya que cursó brillantes estudios en Llanes, en el Monasterio Benedictino de Celorio y Filosofía y Letras en la Universidad de Oviedo. Destacó en las Cortes de Cádiz, donde representó al Principado de Asturias, como el mejor orador parlamentario de la primera mitad del ochocientos.
Más tarde, fue nombrado obispo de Zamora y diez años después promovido a arzobispo de Toledo y a Cardenal. Participó en dos cónclaves, obteniendo varios votos para tan alta jerarquía en el que fue elegido nuevo pontífice Gregorio XVI.
Con independencia de sus ideas acérrimamente conservadoras y tradicionalistas, no extrañas en un canónigo de su tiempo, el Cardenal Inguanzo siempre sirvió y llevó a Llanes en el corazón, como lo demuestra que hiciera, entre otras muchas cosas, con su propio peculio el puente de su pueblo natal, el empedrado de la Plaza Mayor, el enlosado de la Iglesia parroquial y el antiguo paseo del Colegio (hoy Posada Herrera).
Incluso los marineros llaniscos se vieron un día sorprendidos agradablemente con un regalo de Inguanzo: una lancha perfectamente equipada de todo.
A través de estas líneas, las fotografías y el precioso dibujo del palacio donde nació el Cardenal esperamos haber podido acercar a este ilustre personaje, cuyo busto de bronce vemos en la plaza de Cristo Rey de la Villa.
Y, también, no haber decepcionado a mi abuela.
Dibujo: Juan Llamas
Imágenes, Valentín Orejas y “El Oriente de Asturias”
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