Buceando en “El Oriente de Asturias”, exactamente en un ejemplar del mes de marzo de 1936, me encontré con esta noticia:
“Por la prensa diaria, conocerán nuestros lectores amplios detalles del naufragio del vapor de cabotaje de la matrícula de Málaga “Luis Vives”, ocurrido a tres millas de esta costa, frente a Llanes, desgraciado suceso que ha costado la vida al joven marinero Manuel Bello, de 16 años de edad e hijo del capitán del barco”.
Como me suele ocurrir quise saber más, y me enteré de que aquel barco, que antes fue pesquero con el nombre de “Pacific”, era de casco de hierro y había sido construido en NeWcastle en 1892.
Después de varios propietarios, lo adquirió Francisco Díaz Amil y Manuel Bello Mosqueira, vecinos de la Coruña, y que en el momento del naufragio tenía matrícula de Málaga.
En cuanto al fatídico día, se conoce que el “Luis Vives” salió el domingo 1 de marzo de 1936 del puerto de San Sebastián con carga de cemento y destino a la Coruña.
Navegando con marejada, a las once de la noche del día 2, a la altura del puerto de Llanes, sufrió una importante vía de agua.
No pudiendo remediar la situación, los tripulantes se subieron a los dos botes salvavidas existentes a bordo. En uno de ellos embarcó el capitán, Manuel Bello Mosqueira, su hijo el marinero de 17 años Manuel Bello Facal y el maquinista.
Empezaron a remar para alejarse del buque, si bien el patrón al escuchar el ladrido del perro, que se había quedado en el buque, quiso volver a salvarlo, pero desistió pues el “Luis Vives” estaba a punto de naufragar, cosa que ocurrió a los pocos minutos.
Después de seis horas, siendo ya de madrugada, divisaron las luces del puerto de Llanes, pero en tierra nadie se percató de su presencia, por lo que continuaron remando hacia poniente soportando olas, vientos, chubascos y empapados de salitre.
Sobre las dos y media del mediodía, 15 horas después del hundimiento, avistaron la barra de Ribadesella, fueron vistos y traídos al puerto mediante un cañón lanzacabos.
Según las declaraciones del patrón, en torno al mediodía su hijo Manuel se desvaneció y él lo tapó con su abrigo. A pesar de los esfuerzos realizados por los sanitarios por reanimarlo, el joven pereció a consecuencia del agotamiento que sufrió durante todas aquellas horas luchando contra las adversidades climatológicas.
Los restos de Manuel Bello Facal descansan en el cementerio de Ribadesella, después de que los gastos de su sepelio fueran sufragados por el pueblo asturiano, demostrando una vez más su solidaridad con la gente de la mar.
Fuente, “La Voz de Galicia” y “El Oriente de Asturias”
Imágenes, Valentín Orejas y “La Voz de Galicia”
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