Contaba Demetrio Pola, en “El Oriente de Asturias”, que en los días primaverales de los años veinte del pasado siglo, sobre las doce de la mañana, acudían al campo de la Rede, que estaba enfrente del Cuartel de la Guardia Civil, para presenciar la llegada de las lanchas que al amanecer habían salido a la pesca de golondros, peces encarnados que se tenían en gran estima.
Al llegar a Entremuelles, los marineros, cogiendo por las branquias a los golondros, los lanzaban por el aire encima del muelle donde iban recogiéndolos las mujeres para formar tantos montones como fuera el número de tripulantes, dando a cada uno de estos un objeto como señal.
Añade, el nombrado escritor, que a este espectáculo era asiduo Pedro García Ruenes, alias “Peito”, con su bombín, levita, camisa de cuello alto y duro y botas de charol.
Acaba Pola escribiendo con nostalgia: “ Eran buenos tiempos aquellos en los que por dos reales se podía adquirir un golondo que daba para cuatro comensales”.
Imagen, Valentín Orejas
0 comentarios