Aunque había nacido en León, era y se consideraba llanisco como su madre, Aurea Posada y Sierra Pambley. Siempre que sus ocupaciones se lo consentían, se refugiaba en la que consideraba su casa predilecta
que estaba sita en Ovio, Nueva.
Después de graduarse en bachiller siguió los estudios de Ingeniero industrial en la Escuela Central de Madrid, estudios que amplió en Suiza en el Instituto de Montefiore.
Dotado de vocación para la enseñanza, alcanzó una plaza de profesor de la misma Escuela Central de Ingenieros Industriales, de Madrid, en la que había estudiado, cargo que desempeñó muchos años.
Al mismo tiempo desempeñó otros muchos cargos oficiales y privados. Fue en etapas sucesivas profesor, director de estudios y presidente de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer.
Con el desempeño de esos cargos y comisiones simultaneó actividades de escritor y conferenciante, lo primero como colaborador de numerosas e importantes publicaciones, entre las que figuran los diarios madrileños Heraldo, El Liberal y El Sol, y la también madrileña revista La Semana Financiera; el diario La Nación, de Buenos Aires; La Democracia, de León, y El Pueblo, de Llanes. De sus actuaciones como conferenciante en diversos Centros culturales y profesionales, quedan algunos testimonios entre sus obras en volumen.
También desarrolló actividades de orden político, siendo militante en el partido Reformista acaudillado por Melquíades Álvarez. Después de caída la dictadura militó en las filas del partido Republicano Radical Socialista, con aspiraciones a un acta de diputado, y tomó parte en el congreso de ese partido celebrado en Oviedo en septiembre de 1931 con un estudio sobre la organización de los estudios y los servicios de los ingenieros industriales.
Murió trágicamente a consecuencia de un accidente de automóvil cerca del pueblecillo Las Rozas (Madrid) el 28 de marzo de 1933.
La defensa de los intereses de Llanes y su concejo estuvo siempre latente en su ánimo. Trabajó infatigablemente por las obras del puerto de Llanes, apoyando con todo entusiasmo el proyecto de su reforma. Por esa razón los marineros llaniscos le homenajearon en el año 1933, aunque ya a titulo póstumo, nombrándole Presidente de Honor del Gremio de Mareantes, junto a Gumersindo Gutiérrez de la Gándara y Félix Fernández Vega, que también trabajaron incansablemente por el puerto llanisco.
De un discurso que dio el Sr. Flórez Posada, en otro homenaje que se le rindió en la villa, recogemos lo siguiente:
“Siendo un chiquillo oí en mi casa hablar del problema del puerto de Llanes. Una escena que quedó grabada para siempre, fue cuando la lacha “Villa de Llanes” luchaba por ganar el puerto, me di cuenta de los peligros que los marineros llaniscos corrían y la necesidad de remediarlos”.
Fuente e imágenes, “El Oriente de Asturias”
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