(Góndola veneciana en el Gran Canal)
Dentro de las muy variadas formas navales, una que me ha llamado desde siempre poderosamente la atención, han sido la curiosa distribución de las “líneas de agua”, para la construcción de una góndola”, pues a sido definida por algunos como “la embarcación más bella del mundo”, o el “hada de Venecia”, ya que la góndola es mucho más que una barca, es una obra de arte en movimiento y el símbolo de Venecia ligada a ella desde su nacimiento en el agua.
Por mucho que las opiniones difieran en cuanto a la etimología de la palabra «góndola», lo cierto es que el nombre aparece por primera vez en algunos documentos que se remontan a 1094.
Aunque el origen de la palabra sigue siendo desconocido. Se cree que «góndola» procede del nombre de un tipo de embarcación construida en la India, traída a Europa por los mercaderes y luego adaptada para Venecia. Otras fuentes creen que la palabra «góndola» procede del latín «gundula», que significa «embarcación de agua», o del griego «kountelàs», que en cambio significa «barca corta».
Otra leyenda dice que las góndolas reciben su nombre del barrio en el que se construyeron: “Gondolino”. Este barrio sigue existiendo hoy en día, pero su nombre ha cambiado con el tiempo: originalmente se conocía como “Rio delle Gondole”.
Según la leyenda, la “góndola” parece haber surgido por necesidad en los primeros tiempos, de la posterior poderosa República de Venecia, en la que, por no haber muchos puentes para cruzar las aguas de un lado a otro de la ciudad., se empezaron a utilizar pequeñas embarcaciones que con el tiempo se conocerían como “góndolas”.
Se supone que es la sucesora de la “scaula”, una esbelta embarcación romana de fondo plano, aunque con una estructura mucho más ancha y simétrica que la góndola, que mucho más tarde, desarrollaron sus características y forma, en un diseño muy particular, consistiendo en un casco poco profundo, con proa puntiaguda y popa invertida, que las hace ideales para navegar por canales estrechos y curvas cerradas.
Las primeras góndolas se utilizaban para transportar personas y mercancías entre las islas de la laguna, más con el paso del tiempo, estas embarcaciones se hicieron cada vez más elaboradas y ornamentadas, convirtiéndose en un símbolo de riqueza y estatus, que sólo los ciudadanos más ricos podían permitírselas, adornándolas con diseños e incrustaciones y forrándolas de seda y satén, e incluso las colas, las de proa y popa, se decoraban en oro.
La forma actual se alcanzó en el siglo XVII. Al principio, las góndolas eran conducidas por dos hombres, cada uno con un remo, aunque posteriormente se hicieron variaciones para facilitar su uso por un solo remero.
Y ahora… ¿Os habéis fijado que todas las góndolas están pintadas en color negro?
Pues bien, el motivo del color negro de las góndolas venecianas, que envuelve la leyenda y su color, es también motivo para la especulación y la fantasía, pues antiguamente, las góndolas venecianas se pintaban libremente y se utilizaban para ello colores llamativos. Pero llegó un momento en la historia en que la situación cambió, ¿por qué?,
Las versiones sobre este punto son varias, pero aglutinando las más conocidas, además de quien dice que son negras porque el negro era un color elegante que reclamaban para si las familias adineradas que poseían estas embarcaciones, para diferenciarlas del resto de personas que las pintaban de otros múltiples colores, las diferentes teorías, se podrían cerrar en dos.
La primera se referiría a un problema de anonimato, pues cada familia pintaba sus góndolas de un color característico y personalizado, de tal forma que era posible saber quién era el propietario de cada embarcación a primera vista. Ello plantea indudables inconvenientes para mantener “affaires” amorosos prohibidos, que por lo visto los venecianos eran muy aficionados a esto (acordaros del salido aventurero y ligón Giacomo Casanova), y en general para realizar actividades que requieran un mayor nivel de discreción, fueran lícitas o ilícitas. Ante eso, se decidió pintar todas las góndolas de negro.
Otra teoría, posiblemente la más social y creíble, es la que nos asevera que tras la terrible plaga de peste negra que asoló Venecia en el año 1630, y se llevó un tercio de su población, el “Doge” (adaptación del veneciano “doxe” y a su vez del latín “dux”), cabeza visible de la República de Venecia, decidió pintar de negro las góndolas en señal de respeto a los miles de muertos.
Pero hay otra teoría, que por cierto es la que más me gusta, que nos cuenta que llegó un momento histórico en el que la nobleza y burguesía veneciana utilizaron las góndolas como símbolo de riqueza y poder, añadiendo para ello cada vez más elementos ornamentales y de lujo que embellecían las embarcaciones, compitiendo unos contra otros en una escalada de apariencias cada vez más exhibicionistas, donde las más poderosas y, no tan poderosas nobles familias venecianas, finales del siglo XVI, competían para demostrar quién tenía la góndola más extravagante, lo que obligó al gobierno veneciano a tomar “cartas en el asunto”, y como primera medida la de multar estos excesos, mas, como nos podemos imaginar, los ricos propietarios no dudaban en pagar las multas, para seguir haciendo “de su capa un sayo”, y tener la góndola más atractiva.
Hasta que a un “Dux”, se le “hincharon las narices”, allá por el año 1609, y con el fin de frenar esa locura, intervino “por ley”, decretando que, a partir de entonces, y bajo no solo la multa, sino con pena de encarcelamiento, todas las góndolas serian iguales: “sobrias, sencillas y de negro”. Y así hasta hoy.
Sobre su construcción, lo más llamativo, es que generalmente, la propulsión la realiza un gondolero, que utiliza un remo que no está sujeto al casco, a modo de remada, y que también actúa como timón, y su singularidad, es que la góndola es que es asimétrica a lo largo de su longitud, lo que hace que la propulsión con un solo remo sea más eficiente.
Estas embarcaciones tienen una sola quilla, una arqueta y una cubierta de madera plana, pero tras esa fachada de ornamentos horteras, camisetas a rayas y sombreros de paja se esconde una pequeña obra de ingeniería naval.
La construcción comienza armando una cascara en madera de pícea. Esta debe ser plana (no como una quilla normal que sería redonda), para permitir la navegación dentro de los canales aun con la marea muy baja, algunas veces cuando, la altura del agua puede no superar los cincuenta centímetros.
La construcción es totalmente en madera, usándose ocho tipos diferentes: olmo, caoba, abedul, roble, tilo, cerezo, nogal y alerce, algunas de ellas más flexibles, otras más resistentes, para completar las distintas partes de la góndola, cumpliendo así, cada una de ellas, una función diferente para garantizar que la embarcación se mantenga a flote y pueda soportar el máximo peso.
El conjunto de la góndola consta de 280 piezas distribuidas en la siguiente manera:
Roble para el forro de costado
Abeto para el forro de fondo
Nogal para las cuadernas
Olmo para otros refuerzos
Cerezo para las cubiertas que cierran parcialmente los extremos de proa y popa del casco
Tilo, alerce y caoba, para y cubiertas y embellecimientos
La “forcola”, la pieza en la que apoya el remo (que es de madera de haya), y que hace las veces de chumacera o de escálamo, es de nogal, tallada y personalizada según la altura, el peso y el tipo de cuerpo del gondolero, siendo en ella misma una joya de la ingeniería naval, ya que las diferentes posiciones del remo sobre ella permiten hasta ocho maniobras distintas: remar lento, remar rápido, remar a “estrincón”. virar, la ralentizar, rotar el remar hacia atrás y la parada. remar con velocidad o lentamente, virar, rotar, ciar o detener totalmente
Otra característica evidente es el enorme arrufo. La proa, y sobre todo la popa, son muy altas. De esta manera se tiene una pequeña eslora de flotación, que junto con el poco calado hacen que la embarcación sea muy maniobrable.
Muchos artesanos son los que participan en la construcción de la góndola, cada uno es un verdadero maestro en su especialidad, consiguiendo como resultado, un barco bellísimo, asimétrico, de 11 metros de longitud y 1,40 de ancho máximo.
La razón de esta asimetría se debe a que el gondolero está situado sobre la aleta de babor, pero maneja el remo que cae por la aleta de estribor, de manera que gracias a la asimetría se compensa la tendencia de que la proa caiga a babor al remar, tendencia que se vería aumentada por el hecho de estar el remo armado tan a popas y haciendo fuerza en la “forcola” puede mantener una trayectoria recta. La asimetría sirve para balancear el movimiento del gondolero y el peso de las seis personas que caben en una góndola, consiguiendo continuar recto y no darse vuelta sobre sí misma.
¿Nunca se han preguntado lo que tiene la góndola en su caperol de pro?
Coronando la proa, (lo que sería para nosotros el “caperol”, se encuentra una pieza se llama “ferro”, (como hierro en español), aunque hoy es construido en aluminio o en acero inoxidable y representa toda Venecia, pues la leyenda dice que el “ferro” es en realidad un mapa en miniatura de la ciudad.
La forma de la roda, como una “S”, recuerda el Gran Canal, que separa la ciudad en dos partes; luego la parte superior que representa la corona del “Doge”, el “cuerno ducal”, por su particular forma. Un poco más abajo el arco simboliza el puente de Rialto.
Hay también seis “placas”, es decir seis partes de hierro transversales que son la representación de los seis barrios de la ciudad, “Cannaregio”, “Santa Croce”, “San Polo”, “Dorsoduro”, “San Marco” y “Castello”.
Algunas veces entre las seis placas se notan tres decoraciones, que serían las islas importantes al norte de la laguna: “Murano”, famosa por el trabajo del cristal, “Burano” por sus colores y los encajes, y finalmente “Torcello”, la primera Venecia, donde se halla la “Chiesa di Santa Maria Assunta” (la iglesia de “Santa María Asunta”), conocida por su maravilloso mosaico en la contra fachada.
Algunas góndolas algo grandes, son las llamadas «gondolòni», que se utilizan como transbordadores para cruzar el Gran Canal de una orilla a otra. Estas «góndolas» son más grandes y las conducen dos remeros, uno en la popa y otro en la proa, sirviendo de «puente» entre las dos orillas del Gran Canal.
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.
Fernando Suárez Cué
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