Pocos existirán hoy de los que como nosotros hayan presenciado la horrorosa tempestad de mar y viento que se desencadenó en la costa cantábrica el día 15 de octubre de 1833. Era de tal magnitud el furor de las olas, que más bien parecían montañas dispuestas a tragarse la tierra. Llegaron a rebasar la altura de la costa e inundado la ería, venían por delante del convento a desaguar en el Ribero, atravesando la Villa. Golpes de mar pasaban sobre el Fuerte o Casa del Rey y caían de plano en el Pozo del Alloral. El baluarte que se extendía en la trinchera hasta el Fuerte, donde recientemente ha construido una casa don Francisco García Ruenes (Fallo), fue arrancada de cuajo y arrojada en grandes trozos al prado de Santa Ana”.
“Llanes, Siglo XIX”, editado por “El Oriente de Asturias”
Imagen, Archivo Fernando Suárez Cue
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