En el primer Jueves Santo de la historia, cuando tuvo lugar la “Última Cena”, había luna llena. Y sabemos que esa era la fase de nuestro satélite porque en aquel día Jesús y sus discípulos festejaban la Pascua Judía, que conmemora la salida de los judíos de Egipto, la cual ocurrió bajo una luna llena que impidió que el pueblo semita fuera descubierto por los soldados del faraón al no ser necesario que tuvieran que encender lámparas.
En virtud de todo eso, la Iglesia Católica, que desde un principio quiso conmemorar la muerte de Jesús el mismo día que lo relatan los evangelios, decidió en el Concilio de Nicea ser fiel al calendario lunar, del que se servían en aquel tiempo los judíos, fijando que el domingo después de la primera luna llena de primavera sería el Domingo de Pascua, convirtiendo esa fecha variable en la piedra angular de las celebraciones litúrgicas.
Imagen, Valentín Orejas
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