El mundo de la Mar va mucho más allá de los puros límites geográficos, industriales o políticos, y no se puede entender sin penetrar en ese tesoro de mitos, leyendas y tradiciones que gravitan sobre los sentimientos de estas esas gentes, que, de ella, en ella y por ella viven.
En las largas noches en la Mar, a veces peligrosas, casi siempre frías, nuestros pescadores confían en que en sus barcas los acompaña uno que, no siendo como ellos, San Nicolás, es en cambio el que fue y sigue siendo el gran protector de la gente de la Mar
Bajo este criterio, era, y todavía lo es, muy común el bautizar a los barcos, tanto en la Armada como entre los pescadores, con nombres de vírgenes, santas o santos, con el fin de ponerlos bajo su protección.
Este es el caso al que nos llevan estos versos, que marcan claramente la ferviente y firme creencia de los marineros, ante el bien y el mal, y que reza así…
Mañanita de San Juan
cayó un marinero al agua.
- ¿Cuánto me das, marinero,
si yo te saco del agua?
- Doyte todos mis navíos
cargados de oro y plata.
- Yo no quiero tus navíos,
ni tu oro, ni tu plata;
Quiero que cuando te mueras
a mí me entregues tu alma.
- El alma la entrego a Dios
y el cuerpo a la Mar salada.
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista, amigos
Fernando Suárez Cué