AÑO 1952
“En toda esta actual semana el puerto de Llanes ha recobrado algo de su viejísima animación con la llegada de algunas embarcaciones forasteras que en estos días están siendo nuestros huéspedes.
Motivo de ello es la gran cantidad de pesca a escasas millas y frente a nuestro puerto, en esas “playas” tan ricas en pastos que existen frente a nuestra costa.
Pero no todas las embarcaciones forasteras han podido arribar a nuestro puerto, aun estando a poco más de media hora de él, sencillamente porque su calado no se lo permite y, además, por el encuadramiento de las mareas, teniéndose que dirigirse a otros puertos vecinos de más fácil acceso.
Quiere decirse que, si no fuera por esas forzosas causas, el puerto de Llanes hubiera tenido, en estos días, parte de aquella animación de tiempos lejanos en que desde el puente de la villa se podía ir andando, sobre las lanchas, hasta casi la punta de la Osa.
Pero el puerto de Llanes ya no es aquel puerto de sencilla abordamiento y fácil salida.
Todas las obras que en él se han realizado no han servido más que para cegar la ría, dificultar la entrada y aumentar los peligros de las embarcaciones.
¿Cuándo se hace el cacareado complemento de las obras o reformas que son necesarias para dejar en condiciones el puerto de Llanes?
¿Qué hay de esos procesos anunciados?.
¿Qué pasa con esas consignaciones que se nos asegura figuraban en los presupuestos?.
Nuestro puerto es el principal medio de vida que tenemos.
Pues cuando la pesca entra por la barra, las fábricas dan trabajo a numerosas familias, el marinero encuentra la recompensa de su trabajo, las vendedoras obtienen su necesario jornal y el comercio llanisco y el vecindario todo de la villa sale altamente beneficiado.
Trabajemos con más interés por el puerto de Llanes. Agotemos todos los recursos posibles. Hagamos llegar nuestra voz a donde sea posible para impedir que, como en los pasados años, llegue ese desesperante agonizar de la industria más importante que nuestra villa pudiera tener y ese precario vivir de nuestros pescadores”.
Imagen, Valentín Orejas
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