Dejando aparte los posibles intereses de los Bandos, sobre quien “le puso el cascabel al gato”, vamos a centrarnos en lo siguiente.
Veréis.
Como en todo el litoral español donde se celebran las “Procesiones por la Mar”, podemos centrarnos generalmente en los puertos de nuestro inquieto e imprevisible mar Cantábrico, y muy especialmente en nuestra Villa de Llanes, donde se celebraron, y celebran, con solemnidad y ceremonial desusado en otras partes, un espectáculo alegre y vistoso y una diversión encantadoras, cuando las empavesadas lanchas subían y bajaban veloces, a fuerza de los remos de sus bravos y esforzados tripulantes, por la ría del poderoso Carrocedo, atravesando el puerto, desde la “La Fuente”, hasta el bajo de “La Osa”, constituyendo un alegre y vistoso espectáculo.
Esa es nuestra “Salea”.
Se preparaban las engalanadas lanchas, para que embarcaran en ellas, damas y mozas, solteras, casadas y aún viudas “de buen ver y merecer”, acompañadas de diferentes coplas y canciones.
Los cantares, tanto de composición y atavíos modernos, como otros de antiguo sabor, iban bien dirigidos a los arcabuceros y fusileros que efectuaban las atronadoras salvas de rigor, como a los remeros y mareantes del rico y prestigioso “Gremio de San Nicolás”.
Al son de las obligadas pandereta y tamboril, se cantaban rapsodias y místicos romances populares, como podrían ser:
“En alta Mar
plante un clavel,
y ahora vengo a le coger”.
“Vengo de la Mar,
marinero,
vengo de la Mar.
mareada vengo”.
Ahora bien, en nuestras antiguas y renombradas Saleas, sobresalían los que, hacían hincapié, en la sabida y cierta aparición, ante nuestros pescadores, de la Virgen Soberana, y la promesa, siempre cumplida, de la Divina Madre de Dios, pudiendo poner como ejemplo el romance que así reza:
Mañanita de San Juan
a la Mar salió una lancha,
remeros llevaba doce
y un patrón que la mandaba.
Los marineros saliendo
por en medio de La Barra
y a la Virgen Soberana.
Llegaron a alta Mar,
Tempranito, de mañana,
Y en las olas de blanca espuma
La Virgen se les depara.
Les preguntó:
- ¿De dónde sois?… ¿De qué Patria?
- Somos de Llanes, Señora,
Buena Villa y muy cristiana,
y venimos a pescar
como siempre en la Mar alta.
La Virgen les dijo entonces:
- Hoy buena pesca os aguarda;
Echad vuestros aparejos
Y vuestras redes al agua
Para que de peces vengan
Toditas, todas cargadas,
Que así recompenso yo,
A quien me venera y ama.
- ¿De quién diremos Señora,
¿Que nos hizo merced tanta?
- Que vos la dio una mujer,
De las otras extremada,
y, para mejor decir,
Nuestra Señora se llama.
Así diciendo se fue
rodeada de nubes blancas
Y ángeles mil la seguían
A la celestial morada.
Después redes y aparejos
sacan de peces cargadas
y en cada malla venían
pescados de oro y plata.
Dichoso el marinero
Que cruza la Mar salada
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista, amigos.
Fernando Suárez Cué
0 comentarios