Durante más de 70 años la Rula de Llanes no cambió de ubicación y tampoco sufrió grandes reformas estructurales, pero al principio de este siglo tanto el cuerpo administrativo como los pescadores se dieron cuenta de que las instalaciones estaban desfasadas.
Comentaba Pepe Alvar a “El Oriente de Asturias” en el año 2002 que “El edificio no contaba con almacén para guardar las cajas, no tenía oficinas cualificadas y mucho menos sala de reuniones. Además en verano el traslado del pescado del puerto a la rula se hacía muy dificultoso y lioso debido a los atascos y al rodeo tan grande que había que dar para llegar a la rula, a causa de las direcciones prohibidas, por lo que el transporte era un caos.” Añadiendo que “el pescado es un producto complicado que precisa de un trato mucho mejor”.
Para solucionar esos problemas, desde la Cofradía de Pescadores llanisca, se elaboró un proyecto a través del cual se solicitaba la construcción en el puerto de una nueva lonja.
De aquellas entraban en la Rula un total de 64 especies de pescado, de las cuales la pescadilla, el salmonete, la merluza, el rape y el marisco eran los productos más solicitados.
El kilo de pescadilla rondaba los 6 euros, el de salmonete 10 euros, el de merluza 12 euros y el rape unos 9 euros. Respecto al marisco el centollo oscilaba entre 7 y 18 euros,el bogavante 36 y la langosta los 60 euros.
En aquel año de 2002 la rula llanisca había facturado un total de 45 millones de pesetas y contaba con 10 barcos, a los que se sumaban 5 que venían de Bustio y 1 de San Vicente de la Barquera. Y ya los barcos de madera habían dejado paso a los de hierro y fibra.
En la actualidad, la Rula Vieja alberga a la Oficina de Turismo.
Imagen, Valentín Orejas
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