Cuenta el “cronicón” (breve narración histórica expuesta en orden cronológico). que durante la Semana Santa del “Año de Gracia” de 1509, la Villa de Llanes sufrió uno de los avatares más terribles en ella ocurridos, como fue el incendio de funestas consecuencias, y cuya causa, al parecer, se encontró en los enfrentamientos entre dos bandos rivales con motivo de las elecciones para concejales celebradas nueve días antes, y que comportó la ruina del paisaje urbano, casi arrasado en su totalidad, no pudiendo reconocerse… “señal de calle ni de casa alguna, puesto que no había quedado cosa alguna salvo la yglesia y dos casas, entre lo qual dis que se abían quemado las cárçeles e las casas de la aduana e la casa del consystorio e la casa del auditorio de la dicha villa e mucha parte del muro della por estar muchas casas arrimadas sobre él”
Fue tal la voracidad del incendio, que el Emperador Carlos I de España (V del Sacro Imperio Romano Germánico), que la Villa con la que se encontró, que ya contaba con tres siglos de existencia, presentaba un panorama en 1517 totalmente desolador, como consecuencia del incendio que había sufrido la Villa ocho años antes.
El incendio no sólo implicó la renovación del espacio intramuros, sino que, como consecuencia del mismo, la mayor parte de la población se vio obligada a abandonar sus viviendas durante un tiempo para establecerse en los barrios extramuros, e incluso en otras zonas del Concejo, experimentando un último y decisivo impulso los ya existentes “cotiellos” (“Cotiellu altu” y “Cotiellu baju”) y “Cimadevilla” (“Santa Ana” y “La Moría”),o generándose nuevos arrabales al otro lado del Ribero (“El Cuetu” y “Las Barqueras”), y zonas próximas a la “Puerta de la Villa”

Plano de la Villa de Llanes
Tras dicho incendio, se inició una intensa actividad constructiva y reedificadora de la villa que no sólo implicó la renovación del maltrecho caserío devastado por las llamas, pues desde mediados de ese siglo el regimiento impulsó un elocuente repertorio de obras públicas destinadas a la mejora de sus infraestructuras, conjugándose el bien público con el ornato de la urbe.
En efecto, las primeras medidas tomadas tras la catástrofe se encaminaron hacia una rápida reedificación del caserío, emprendiendo los vecinos, durante los primeros decenios del siglo, la renovación de sus maltrechas viviendas y, superadas las más inmediatas necesidades habitacionales y reestablecidas las funciones económicas y comerciales, el regimiento monopolizó el resto de las iniciativas urbanísticas.
Los documentos oficiales que informan sobre el voraz incendio, “que sirvió para dividir la historia urbanística de Llanes en dos épocas bien diferenciadas”, explican que se quemó … “la cárcel, la aduana, el Consistorio, el Juzgado y parte de la muralla”,
Las reacciones del Gobierno Municipal no se demoraron, ya que tres meses después del siniestro se solicitó a la Corona la facultad de repartir entre los vecinos la cantidad de trescientos mil maravedís para reparar la muralla y sus puertas, sufragar los gastos de los pleitos que se movían a consecuencia del incendio y pagar el salario del corregidor y otros oficiales del concejo.
Fueron, Juan Pariente y Juan Luán, en nombre de la “Justicia y Regimiento”, los que se trasladaron a la Corte para informar de lo ocurrido, y gestionar las pertinentes ayudas económicas, tras suplicar a la reina, Doña Juana I de Castilla, Aragón y Navarra, que mediase e hiciese provisión para solventar los conflictos que habían surgido entre los vecinos sobre la manera de reedificar las viviendas, de una villa que ya contaba en esos años con 800 habitantes y 150 casa,
La reina, tras confirmar el “Fuero y los Privilegios de la Villa”, delegó en el corregidor del Principado, Rodrigo de Ávalos, a quien ordenó se trasladase a Llanes, se informase sobre los pleitos existentes y redactase unas ordenanzas que sirviesen de pauta para reedificar la villa.
Dichos capítulos, asentados en el “Libro de Concejo” y firmados por el propio corregidor y por Pedro Herranz, escribano, debían garantizar que las viviendas estuviesen “seguras de otros semejantes fuegos”, favoreciéndose la edificación en piedra y la incorporación de cortafuegos para evitar la propagación de las llamas.
Nuestra Villa entraba en una modernidad urbanística, a la que debía haber accedido tiempo antes.
.
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.
Fernando Suárez Cué

Carta del puerto de Llanes que aparece en el Atlas de Pedro Texeira, levantada por encargo del rey Felipe IV (el ‘Rey Planeta’). (1622)
0 comentarios