LA ARTILLERÍA DE “LA CASA DEL REY”. DEFENSORA DE LA VILLA.

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El enclave de este reducto fortificado, “El Fuerte”, construido entre 1571 y 1573 se conoce desde entonces, como la “Casa del Rey”, y fue un elemento muy importante para la defensa de la villa durante varios siglos, tratando de evitar los ataques de corsarios y piratas tanto franceses, como ingleses y holandeses, que eran los que con mayor frecuencia aparecían por estas aguas, realizando frecuentes incursiones de saqueo, e inclusive asaltando a menudo las embarcaciones de pescadores para hacerse con su mercancía.

Este fuerte, sito sobre una terraza maciza, no contaba con alojamientos bajo ella, por lo que los servicios, como podría ser el propio polvorín, o “Santabárbara” se harían en edificios de superficie colindantes.

Contaba con cañones de distintos calibres, formando una “Batería a barbeta”, que era como se llama así la batería cuando los cañones descuellan sobre el parapeto para que puedan hacer fuego en todas las direcciones, aunque en este caso fueron algo deficientes en su cometido, puesto que contaban con poco ángulo de tiro, ya que la “Punta del Guruñu”, limitaba su operatividad hacia el N, y la zona que batía hacia el  E. tampoco era de gran efectividad ya que los bancos de arena que existen en esa zona no permitía el acercamiento de navíos de gran porte.

Parece ser que no se han encontrado restos de que la “Casa del Rey”, fuera un “bastión”, o “fuerte abaluartado”, ya que no se proyecta hacia el exterior del cuerpo principal.

El “baluarte” o “bastión”, es un reducto fortificado que se proyecta, como acabamos de decir, hacia el exterior del cuerpo principal de una fortaleza, estando situado, generalmente, en las esquinas de los muros de cortina, como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas, con el fin de crear un “fuego cruzado”, que impidiese el fácil acercamiento a la muralla. El ejemplo más claro que tenemos en la Villa es el saliente, o “torrecita” (“bastión”), que podemos contemplar en el paño de la muralla entre La Moria y la playa del Sablón, en la cara norte de la finca “El Cercau”.

Se cuenta que, en 1588, se despidió efectuando unas salvas a los tres barcos, el “Santa Ana”, El “San Telmo”, y el “San Nicolás”, que partían para integrarse dentro de la formación de la “Grande y Felicísima Armada” (“La Armada Invencible”), o como la denominaron los ingleses, “The Spanish Armada”.

En 1780, y enviados por el marqués San Esteban del Mar, “Comandante de Artillería del Principado”, llegan al puerto de Llanes…”Dos cañones de hierro reforzados de 24, con sus cureñas, plomadas, ocho cuñas de madera, cien tacos, seis espeques labrados y uno herrado, 80 balas de 24 libras, seis barriles de pólvora”, y resto de aperos correspondientes a semejante instalación, que fueron situados ante su “buhedera”, o “tronera” (de «trueno»), que, en arquitectura militar es una abertura practicada en una muralla desde donde se disparan bajo su protección piezas de artillería de gran calibre, mientras que la “aspillera” tiene el mismo cometido pero para artillería ligera o resto armas de fuego en general.

Era esta, la de 24, una pieza de artillería naval de gran calibre montada en la mayoría de los barcos de guerra durante el periodo conocido como la “Era de la navegación a vela”. Los cañones de 24 libras fueron extensamente utilizados por las Armadas de España, Francia, Gran Bretaña, EE.UU., Holanda y Suecia, siendo el armamento principal en los barcos más grandes durante el siglo XIX, durante el cual también fueron usados para las defensas costeras y como artillería de asedio.

Como ejemplo de los grandes buques de esa época, podemos citar al más potente de los navíos de cuatro cubiertas de su tiempo, y que fue el “Nuestra Señora de la Santísima Trinidad”, El “Santísima Trinidad” a secas (apodado el “Escorial de los mares”, por sus enormes dimensiones), buque insignia de la Flota Española, que armaba 32 cañones de a 36  libras, 34 cañones de a 24, 36 cañones de a 12, 12 cañones de a 8, 16 obuses de a 24, 4 obuses de a 4 y 6 esmeriles (pieza de artillería de pequeño calibre)

Solo fueron superados en la artillería principal de los grandes navíos, por los cañones de 32 libras, muy usados por los británicos, y los de 36 libras, el preferido de los franceses. Mover un cañón de entre 24 y 36 libras que portaba un navío, era una penosa tarea ya que los más grandes pesaban casi 4 toneladas, incluidos los 900 kilos de la cureña, lo que hacía que su manejo para cargar apuntar y disparar no era nada fácil, situación que se dulcificaba en tierra, al no estar bajo el movimiento de un navío navegando, sino sobre una base firme e inmóvil.

Ahora, si lo permitís, vamos a fijarnos un poco en el cañón de hierro colado de 24 libras, de “avancarga”.

La artillería de hierro colado era más barata que la de bronce, pero los cañones de bronce duraban más y pesaban menos, por lo que era preferido por los artilleros navales:

  • Contaba con una longitud de 2,90 m. (9,5 pies)
  • Su peso era de 2.970 kg. (2.500 kg. más 470 kg. de su cureña).
  • Su munición consistía en bolas de hierro fundido de 11,7 kg (24 libras), correspondiente a un calibre de 152,2 mm., además de poder lanzar palanquetas, balas encadenadas y metralla.
  • Su carga de pólvora era de 3,62 kg. (8 libras.).
  • Su dotación de servicio constaba de 12 hombres (1 jefe artillero, 10 artilleros y un chico de pólvora). Este “chico de pólvora” llamado por los ingleses “powder-monkey” (literalmente “mono de la pólvora”), era el encargado de traer de la “Santabárbara” las cargas de pólvora que se fueran necesitando.
  • Una vez en combate, los equipos más avezados, podían disparar el cañón con una cadencia de 6 minutos aproximadamente.
  • Su alcance efectivo era de 1.000 m.
  • Su alcance máximo, el denominado a “bala perdida”, era de 3.300 m.
  • Sus diferentes proyectiles que usaban eran:

Bolas o balas: De hierro fundido, pesaban 11,7 kg. (24 lb.), calibre 152,2 mm.

Palanqueta. Fue un tipo de munición naval, que era disparada por cañones del mismo diámetro que el de su bola (bala), mayor, de la misma manera que se hacía con una bomba esférica, con la salvedad de que esos objetos, por su forma, rotaban en el aire, y enganchaban las velas de los barcos destruyéndolas (desarbolándolas). En tiros cortos causaban en la madera de la nave grandes destrozos ya que al encontrar un obstáculo cambiaban su dirección, cosa que no hacía el proyectil esférico.

Encadenada. Las “balas encadenadas” era otro tipo de munición naval obsoleta, que al igual que la palanqueta, estaba formada por dos bolas de cañón “subcalibradas”, o las mitades de una, pero unidas por una cadena. Al ser disparada, tras salir del cañón, los componentes de la bala revolotean en el aire y la cadena que los une se despliega. En el pasado, hasta 3 m de cadena podían atravesar el blanco. Sin embargo, el revoloteo hacía que tanto las balas encadenadas como las palanquetas fueran menos precisas, por lo que tan solo eran empleadas en disparos a corto alcance.

Angelote. Así se denominaba a la bala encadenada, cuando se sustituía la cadena por un cable.

Metralla. El “bote de metralla” fue un tipo de munición antipersona empleado en cañones.  Y que consistía en un cilindro metálico cerrado, usualmente lleno de balas esféricas de plomo o hierro y rellenado con aserrín para agregar mayor solidez a su carga y evitar que las balas se agrupen al ser disparadas.  Similar al racimo de metralla naval, pero disparaba balas pequeñas y en una mayor cantidad, que no tenían la potencia suficiente para penetrar el casco de madera de un navío. Se ha empleado desde la aparición de la artillería en los ejércitos occidentales; sin embargo, el bote de metralla fue empleado frecuentemente en mar y en tierra durante las diversas guerras de los siglos.

Por las dimensiones del tubo del cañón que se recuperó al desmontar el muelle Merlón, y por las formas, de su “lámpara” y “cascabel”, me inclino más a pensar que debía pertenecer a un cañón de entre 8 y 12 libras.

El de 8 libras era el cañón más pesado de la artillería ligera, pero su poco peso (2.060 kg, y 365 kg. su cureña) permitía montarlo en las zonas superiores de los navíos de línea cuyas cubiertas de madera eran demasiado finas para aguantar piezas superiores. Además, podía ser instalado en posiciones relativamente elevadas y ser movido con cierta facilidad sin que su peso afectara a la estabilidad del barco.

Esto, junto a su alcance de 3,000 m. hacía que estos cañones fueran perfectos para su uso como “cañones de mira”, o “cañones de caza”, que se instalaban en las proas y eran usados en las persecuciones a otros barcos para disparar a la arboladura y tratar de aminorar su marcha.

También como “cañones guardatimones”, estos situados en la popa y usados para el caso contrario, cuando el buque es el perseguido y así poder disparar en la huida a su perseguidor. Normalmente, estos cañones “guardatimones”, eran en realidad los últimos cañones de las bandas de estribor y babor que se desplazaban rápidamente en una maniobra ensayada a posiciones de popa para hacer la función de “cañón guardatimón”.

Eso es todo lo que os puedo contar amigos.

Buena Mar y hasta la vista.

Fernando Suárez Cué

Bibliografía.

“Revista de Historia naval”. Instituto de Historia y Cultura Naval. Armada Española.
“Antiguos Mareantes de Llanes”. Antonio Celorio Méndez-Trelles.
“El buque en la Armada Española”
“Enciclopedia General del Mar”.
“Las Artes de la Mar”

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