La botella del náufrago
Para que las frases, palabras, adivinanzas,refranes, dichos y diretes no se pierdan
Palabras curiosas de la Mar
Entendidas desde tierra, hay palabras que se emplean normalmente en la Mar, y que oídas fuera de ella, cambian por completo sus significados hasta poder llegar a ser verdaderos insultos.
Por ejemplo Chapero, que en tierra quiere decir… ¡lo que quiere decir!, y en cambio en la Mar, proviene de la palabra “chapar”, que se dice del bogar mal, y a consecuencia de ello salpicar de agua con los remos, por lo tanto “chapero” es… ¡Un desastre a los remos!
Abatido: No es que uno se encuentre deprimido. Nos referimos al barco a sotavento de su rumbo por acción del viento.
Abonar: Nada de trabajos con esparcimiento de “cuchu” por toda la huerta, si no que antiguamente y en meteorología, se decía cuando el tiempo se abonanzaba, o sea, cuando mejoraba.
Amor: Holgura o juego de un palo dentro de su lugar de asentamiento, por lo tanto, “un palo con amor”, es un palo juguetón. Y lo estoy diciendo sin mala intención, ¿Eh?… ¡No la amolemos!
Anca: Parte exterior del casco, debajo de la bovedilla y a cada banda del codaste. O sea, nada de lo que estáis pensando algunos.
Aterrado: No tiene porque ser el que alguien esté asustado, sino que se dice de todo barco cercano a tierra.
Coronar: Nada que ver con los signos y símbolos de la Monarquía, si no que contempla o se refiere a situarse frente a un punto, en tierra o en la costa, más saliente de los que lo rodean. Por ejemplo “coronar un cabo”
Corral: No es para las gallinas, no, si no que nos referimos a una corta extensión de agua, grande o pequeña, rodeada de bajos. Por ejemplo, habéis visto muchos en Toró, aunque cuando son muy chicos los llamamos “pocines”.
Corva: No es anatomía, ni masculina ni femenina, es solamente un quebranto (curvaturas que hacen la quilla y el casco cuando se doblan la proa y popa hacia abajo al mismo tiempo)
Esperanza: Además de ser un nombre personal, femenino y singular, se denomina así a un ancla de respeto. En otros tiempos, la esperanza o ancla de respeto, era la de mayor peso de las cuatro que llevaban a proa los navíos, trincadas al casco por la parte de fuera del costado. Esta en particular, se colocaba generalmente a estribor.
Gachas: No son papillas. Es una especie de gavia que se empleó en algunas galeras, allá por el año de Maricastaña.
Jardín: No nos referimos al lugar de la casa en donde acostumbramos a plantar las flores. Era el retrete que portaban los navíos, y se llamaba así, porque en los siglos XII y XIII, en que la higiene y salubridad de las casas era muy precaria, las personas hacían sus necesidades en las huertas cuando las tenían y si no se buscaban la vida por donde podían. Por ser más fino, en las embarcaciones de esa época le llamaban jardín por no llamarle huerta. En los navíos de gran porte, acostumbraban a estar sobre las aletas, comunicados con los camarotes de los principales.
Látigo: Se le denomina así a cualquier palo de un velero, cuando es demasiado largo.
Manco: Antiguamente se le llamaba así, a cualquier barco o bajel que debiendo de portar remos carecían de ellos.
Moro: Se aplica este calificativo a los buques faltos de limpieza y orden, o lo que es lo mismo, faltos de “policía”
Papu: No son los rollizos carrillos de los críos, sino que es el bolso que forma una vela al recibir el viento.
Remos sucios: No es que no los hayan lavado, como vemos en algunas las lanchas, sino que nos referimos a los remeros que bogan desacompasados y salpicando agua.
Tafetán: Aquí nos referimos al pañuelo, o a la especie de corbata de seda, que forma parte del uniforme de los marinos de la Armada.
Talamete: No es que a nadie le metan nada, ni mucho ni poco, si no que nos referimos a la pequeña cubierta sita a proa de algunas embarcaciones menores, debajo de la cual se guardan los efectos personales, o equipo del bote para evitar que se mojen. En algunos lugares le llaman “tilla”.
Tajuelo: Además de ser el mote por el que conocemos a un marinero llanisco, al cual profeso un gran aprecio y respeto, es en arquitectura naval, el taco metálico a platillo sobre el que descansa o gira un eje. Por ejemplo, “tajuelo del cabestrante”, que es el que soporta el pinzote del cabestrante, o el “tajuelo del timón”, también llamado “tintero del timón”
Tarascada: Aunque Teresina, mi madre, algunas veces nos llamaba “tarascu”, cuando la ocasión o nuestro comportamiento lo requería, en este caso nos referimos a la orzada o arribada repentina y violenta que da un buque de vela, al romperse de pronto el equilibrio de su aparejo, o por efecto de la marejada, o por un repentino golpe de viento o por otras causas parecidas.
Tarugo: Es el grumete que acostumbraba a salir sobre el exterior de la banda de barlovento, cuando las embarcaciones de bajo porte escoraban mucho.
Tenedor: De llevárselo a la boca… ¡Nada de nada!, pues así se denominaba antiguamente al “maestro de víveres” o “despensero”.
Tancredo: No es el famoso Don Tancredo, personaje de las corridas taurinas, si no el farol utilizado para pescar. Se situaba sobre un tonel de forma troncocónica que actuaba de flotador. Por este sistema se conseguía una concentración de peces alrededor de la luz, en beneficio de la pesca. Aún se utiliza en algunos lugares de nuestro Cantábrico Mar.
Taxímetro: Esto no se lo contéis a los conductores de los coches de alquiler, sobre todo a los de La Meseta, porque no se lo van a creer… ¡Y no es para menos!…. ¡Veréis!. El taxímetro es, ni más ni menos en náutica, que un instrumento para la toma de marcaciones, constituido por un mortero con suspensión cardan, montado sobre una columna o caja firme a la regala del buque. Lleva el mortero por su parte superior un platillo circular de cristal en el que hay grabado una rosa de los vientos, con graduación similar a las de la aguja náutica o de marear, el cual puede fijarse por dos tornillos en cualquier ángulo respecto a la línea de fe… y no sigo porque el royo que os estoy colocando puede llegar a tomar dimensiones escalofriantes.
Tendal: En mi casa hay uno en la huerta para secar la ropa. Pero en este caso, nos estamos refiriendo a cualquier toldo dispuesto sobre las cumbres o nervios correspondientes para hacer sombra, o los que se colocan encima de los botes para cubrirlos e impedir que se llenen de agua cuando lleve.
Tender: No es colocar la ropa en el tendal, sino que se dice de la Mar, cuando aumenta la longitud de la ola, no la altura, y disminuye la rompiente, De ahí deriva la expresión de “la Mar tendida”.
Ultramarinos: Aparte de las tiendas de comestibles y no comestibles que todos conocemos, aquí nos referimos a lo que se encuentra, concierne o procede de ultramar, o sea, y en general todo país o lugar que está al otro lado de la Mar, considerando desde el lugar e desde donde se habla. Hasta finales del siglo XIX, se usó para determinar el conjunto de territorios españoles situados en América y el Pacífico.
Viejo: Nombre que la tripulación de un buque mercante acostumbra a dar al capitán del mismo, tenga la edad que tenga… ¡Por algo será!
Zapato. Es, en un sentido realmente despectivo, un buque pequeño y que gobierna mal.
Viuda: En este caso nos referimos a la última lanchada, porque iba sola, con la que se completaba la carga o descarga de un buque mercante, y desocupada la cual, era costumbre que el dueño hiciera un regalo a los marineros.
Yate. Aparte de denominar a un barco de recreo o placer, es también el sistema económico empleado por algunos humanos para satisfacer sus caprichosas necesidades y deseos, o sea… ¡Ya te…pagaré!
Zagala: No es ni nada mas ni nada menos, que un aparejo de malla muy tupida. Si caes en sus redes es muy difícil zafarse… ¿Os recuerda algo?
Zancadilla: Esta es muy curiosa, pues no se refiere a que te pongan el pie delante para que te “partas la crisma”, sino que es el principio de vuelta que toman las cadenas de las anclas de un buque fondeado, cuando después de formar cruz, continúa su bordeo en el mismo sentido. En otras palabras, cuando se cruzan las cadenas de las anclas enrollándose una sobre la otra.
Zoquete: ¡Cuantas veces me lo llamaron!, y creo que lo hicieron sin saber que en Arquitectura Náutica, es cualquier taco de madera grueso y corto. Por cierto, esta palabra proviene de la voz árabe
“coquet”, que quiere decir “desperdicio”… ¡Sin comentarios!
Frases hechas en la Mar
-F: A través de los tiempos y desde que la humanidad comenzó a acercarse a los mares como vínculo de unión de Culturas y Economías, el lenguaje de los hombres de la Mar se fue asentando entre los habitantes de los pueblos ribereños, penetrando poco a poco en el interior, no ya como palabras características de las faenas marineras, sino como frases hechas que han ido afianzándose sin saber exactamente su origen, ni de donde proceden, pero indicando y sobre todo definiendo una situación, más o menos momentánea, pero de una manera muy clara.
-C: Buenos días… ¿A qué viene ahora toda esta parrafada?
-F: Nada hombre, que estaba pensando en los cientos de frases que hay, de las cuales algunas me han quedado muy grabadas, pues las oi muchas veces en labios de mi madre o de mis tías, mientras otras las he oído o leído en diversos lugares. De todas formas, los que nos han precedido las usaban de continuo, mientras que entre nosotros su uso está decayendo cada vez más y en consecuencia se van perdiendo. Es una verdadera pena, pues con cuatro palabras y alguna vez con menos lo dicen todo, y si las intentáramos explicar correctamente, necesitaríamos una Enciclopedia.
-T: Si lo que te refieres es que nosotros manejamos una serie de palabras que no se dan nada más que en la Mar, estoy de acuerdo contigo
-F: Pues a eso voy, ya que estoy seguro de que si todas estas personas que nos visitan en la actualidad, y otros que no nos visitan pues son de la Villa, pudieran oír a nuestros mayores, en primer lugar les encantaría encontrarse con estas formas de expresión, y en segundo lugar, es fácil que no entendieran casi nada, y podría ocurrirles como a aquel contramaestre que a unos “halacabuyas” de su tripulación les gritó… ¡Soltad amarras!… ¿Y Marras cayó al agua?… ¡Pues eso!
-P: ¡Pues bien!… ¡Vamos a por ellas!
-F: Pues ahí va la primera de la serie, con su significado
Ser mascarón de proa: Persona que es la imagen de algo (partido, empresa, proyecto o asociación), pero en realidad tiene muy poco poder de decisión dentro del mismo.
-R: Vaya, lo que se dice un farolón
-F: No es exactamente eso, pero sigamos
Irse por ojo: Cuando se cede o se rinde uno.
Ir al no va más: Cuando algo ya no da más de sí. Cuando ha llegado a su límite.
Ir a galeras: Cuando uno se mete en una situación desagradable o sucia.
A medio viento: Cuando la situación en que uno se encuentra, parece no tener fin. Va despacio.
A todo trapo: Es que la cosa va bien, aunque cueste hacerla.
Ir a remolque: Cuando es otro el que te abre el camino en una situación determinada, dejándole que lleve la parte más dura.
A remos callados: Cuando se efectúa algo sin ruido y de una forma discreta.
Ir al corso: Cuando aprovechándote de las circunstancias, haces algo sin demasiados miramientos.
Ir al copo: Cuando se va a por todas.
Al garete: Cuando la situación, o los negocios, no tiene una buena dirección y por lo tanto no van bien.
Al viento que sopla: Cuando te dejas llevar por las circunstancias.
Ir bien marinado: Cuando uno se encuentra bien dispuesto y equilibrado.
Ir como una pava: Cuando te mueves contoneándote y llamando la atención.
Con la corriente: No oponer resistencia a ninguna situación y en ningún caso.
Ir con la costa en la mano: Cuando se intenta hacer las cosas con toda la seguridad posible.
Con la proa a la Mar: Cuando uno se enfrenta y lucha contra las adversidades.
Ir con viento de proa: Cuando se va a probar fortuna, a tentar la suerte.
Ir de boga arrancada: Ir deprisa.
De pesca: De negocios, a la que salta.
Ir echando chiribitas: Hacer las cosas con gran rapidez, pero de una forma colérica y enfadada.
Ir hecho un brazo de Mar: Andar bien vestido y repeinado.
Ir de tierra a tierra: No emprender ninguna acción sino se tiene muy claro el final.
Ir de empopada: Marchar bien los negocios. Vivir con holgura. También se contempla “viento en popa”
Ir y venir como la marea: Cuando se efectúan las cosas de una forma fija y metódica.
Irle a los alcances: Perseguir de cerca cualquier cosa.
Irse de bolina: Cuando algo se viene abajo muy rápidamente, como por ejemplo agravarse un enfermo.
Ir papando duelos: Comportarse con indiferencia ante los males de algunos.
Irle a uno a bordo: Cuando te vienen con la idea de echarte algo en cara. Acometerle a uno.
Irse de corona: Cuando una situación te deja maltrecho.
Irse San Telmo a la gavia: Cuando se pierde la atención, o lo que es lo mismo, “Irse el santo al Cielo”.
Ir zafo de puntas: Cuando dejas atrás una situación comprometida.
Estar en aguas libres: Cuando solo dependes de ti, y por lo tanto puedes determinar y hacer lo que te venga en gana.
Izar bandera sueca: Hacerse el desentendido.
Izar la escandalosa: Enfadarse. Discutir con violencia. Tomar una decisión extrema.
Izar la bandera: Defender a ultranza una situación o idea determinadas.
Echar a la orilla: Dar a alguien de lado.
Echar a pique: Deshacer un negocio. Hundirlo.
Echar agua a la Mar: Trabajar inútilmente. También se decía “Trabajar para el inglés”
Largar anclas: Permanecer por largo tiempo en el mismo lugar.
Echar de bolina: Insultar. Agredir de palabra.
Echar el anzuelo: Atraer con engaño.
Dar el pecho a la Mar: Hacer frente con valor, a un peligro o a una situación difícil.
Echar el flete: Molestar, fastidiar.
Echar la andana al agua: Rendirse ante una situación determinada.
Echar el punto: Colocarse en una situación fija.
Echar la sondaleza: Sondear, tantear, analizar una situación.
Echar pelos a la Mar: Olvidar querellas y peleas. Perdonar.
Echar toas: Espiar, cotillear.
Echar los ojos en blanco: Marearse.
Echar la pota: Devolver, vomitar.
Echar un romero: Hacer un voto.
Largar una racha: Reprender, castigar.
Lanzarse al agua: Emprender alguna acción que se supone difícil.
Echarse fuera: Separarse de un peligro o de una situación complicada.
Echarse una anguila al cuerpo: Iniciar con presteza y entusiasmo cualquier actividad.
Lancear la Mar: Hacer tonterías. “Bobaliconear”.
Echar el agua en una cesta: Emprender cualquier acción, en que ya se ve que su finalidad será inútil.
Ir a la deriva: La persona que va por mal camino, y que se presume que acabará mal.
Achicar: Orinar.
Agarrar el puerto: Acabar con bien, tras pasar dificultades y malos ratos.
Ir de capitán Araña: Cuando inducimos a otros a hacer algo, que no estamos dispuestos a hacer nosotros mismos.
Caballería de Marina: Los que trabajan de una forma altamente chapucera. “Marineros de agua dulce”
Agarrarse a un celaje: Aprovechar cualquier recurso para obtener algo en beneficio propio.
Ir de berrea: Discutir airadamente, descubriendo los defectos y vicios del contrario.
Cortar las plumas: Deshacer con nuestros razonamientos, los razonamientos del contrario.
Ir de halacabuyas: Ir de aprendiz. No conocer el trabajo encomendado.
Embarcar bagazos: Aguantar una bronca.
Estar al abrigo de una boya: Encontrarse en una situación comprometida y con poca defensa.
Estar trincado: Hacer un trabajo duro y pesado, o no poder hacer lo que a uno le apetece.
Estibarse: Meterse en la cama. “Meterse en el sobre”. “Hacer teja”.
Liar el petate: Marcha súbita y repentina de alguien, incluyendo la muerte.
Hacer nudos falsos: Hacer algo mal a sabiendas, y que posteriormente puede acarrear algún peligro.
Poner la proa: Tenerle ojeriza a alguien, procurando ponerle todas las zancadillas posibles.
Ir de troza: Ir de pesado, poco ameno y difícil de aguantar.
Silbando al viento: Hacer oídos sordos a las peticiones de alguien.
Andar con pies de mar: El que tiene habilidad y se mantiene firme ante situaciones más o menos difíciles.
Ir de chanfla: El que se mueve de una manera torpe o poco hábil.
-C: La verdad es que algunas son curiosas y muy bonitas, pero lo que si demuestran todas y que es innegable, es una capacidad de síntesis muy difícil de superar.
-R: Os faltaba la de Ir a segar: Cuando te mandan a la…, eso a segar
-T: ¡Coime!, no callas ni baju el agua
-C: la verdad es… ¡Que bien pensaban nuestros antiguos!
La Mar y sus palabras
-F: Venía pensando, que hay que ver como es el habla de la Mar…¿Oíste?
Lo marinero, que mantiene celosamente en su seno un tesoro de palabras, que cinceladas, trabajadas y pulidas por siglos de uso y experiencia, han llegado por la misma complejidad de las cosas de la Mar, a hacerse irremplazables, pues exige ese oficio un vocabulario tan preciso y determinante que no encontraremos nada equiparable en el lenguaje común de la “gente de tierra”, ni en ninguna otra actividad u oficio…Es la Mar y sus palabras.
-C: Es cierto lo que dices, pues entre nosotros y en todos los oficios que se relacionan con nosotros, el sistema de hablar y las palabras que empleamos, son realmente diferentes a las empleadas en otros campos de trabajo.
-R: Bueno, no es solo en la Mar, en todos los oficios se emplean palabras que tampoco son muy corrientes, fuera de su ambiente.
-C: Estoy de acuerdo, pero a lo que yo me refiero, no es tan solo a las palabras que pueden determinar una herramienta de trabajo, o una operación determinada, sino que lo que os quiero decir, es que en la Mar, se emplean frases y dichos que no tienen comparación con ningún otro oficio, por lo menos de los que yo conozco, ya que con dos palabras se define, determina, concreta y aclara una situación más o menos complicada.
-F: Creo que Cote tiene mucha razón, pues en la novela “El motín del Caine”, de Herman Wouk, existe un simpático, pero no menos enigmático diálogo, entre el contramaestre y su comandante, que al personaje de la obra, un oficial novato recién embarcado, le sonaba más o menos como sigue.
“Fue culpa mía señor”, dijo el contramaestre. “El garrabanda de babor se enredó con el de estribor cuando tratamos de sofaldar la ancheta para no raspabuchear otra vez la manguera. Tuve que trastacuercar sobre dos piriculandos para tumbar así más aprisa”.
“Bueno”, arguyo el comandante. “¿Y no hubiera sido mejor rastacuercar sobre una falfuera y darle una vuelta al piriculando? Así no tenían que raspabuchear para nada y hubieran tumbado más aprisa”. “Eso puede hacerse sin dificultad”, asintió el contramaestre. “Lo intentaré mañana”.
-T: Realmente es difícil de entender, pues aunque es están hablando unos marineros, no hay que olvidar que son de la Armada, y estos tienen una forma de hacerlo algo distinta a la nuestra.
-F: Pues verás que la cosa sigue como una explicación para los no versados en el tema, por lo que el contramaestre dijo fue: “El cable de remolque del paraván de babor se enredó con el de estribor al virar en el cabestrante, dando un fuerte socollazo que mancornó la cornamusa en donde estaba afirmado. Por eso tuve que lascar, amarrar la pasteca de la eslinga de remolque al pescante y dar viento al zuncho de suspensión para poderlo izar más aprisa”. A lo que el comandante respondió “¿Y no hubiera sido mejor afirmar con una mordaza la eslinga cobrando directamente de la tira de la pasteca, sin necesidad de dar ningún viento al zuncho?”
Creo amigos, que así ha quedado todo mucho más claro… ¡Y ahora a navegar!
-C: Eso lo dirás tú, porque yo no sé ya si soy versado o no, pero vaya, hay palabras que no se a que se refieren. Como no sean inventadas..
Es el hablar de la Mar y de sus gentes manín, y como verás, se emplean una serie de palabras precisas y preciosas, que terminan perfectamente el objeto a la acción a la que se refieren.
-F: En el texto anterior aparecen algunas de ellas, de las cuales puedo decir el significado de unas cuantas, pero no de todas. Las que conozco (o “conozo”, como diríamos en “Santana”), son estas:
Manguera-Manguerote: Es un tubo de acero de considerable diámetro y orientable, estando en posición vertical sobre una cubierta y sirve para la aireación el espacio situado bajo él. Algunas veces se emplean construidos con lona
Tumbar: escorar el buque por efecto del viento, por corrimiento de la carga, o como consecuencia de “dar a la banda”, “dar la quilla” o “dar pendoles”.
Paraván: Es un flotador especial, que remolcado entre dos aguas por un buque, sirve para dragar y proteger de las minas de contacto fondeadas por orinque.
Socollazo: Se denomina así al estirón o sacudida que dan las velas, o más propiamente las jarcias poco tensas. También es la caída brusca de la proa de un barco tras haber sido elevada excesivamente por una ola.
Lascar: Arriar. Soltar un poco de un cabo para reducir la tensión que soporta y evitar que llegue a faltar.
Faltar: Tiene este verbo en el habla de las gentes de la Mar, el significado de romperse, o soltarse alguna cosa del lugar donde estaba sujeta. En especial se usa cuando se trata de cabos, cables o anclas.
Pasteca: Es una especia de motón metálico con parte de una de sus quijadas abatible, que permite guarnir por seno el cabo que debe laborear por la roldana, en vez de hacerlo por el chicote, como ocurre en los motones ordinarios.
Eslinga: es un trozo de cabo o cable, provisto de tres guardacabos, uno en su medianía y los otros en los extremos. Estos últimos montan un estrobo o gaza, para abrazar el objeto a suspender.
Zuncho: Es una abrazadera de hierro, madera u otro material, que sirve para reforzar una pieza, o para unir dos o más entre sí.
- Mordaza: En el primer tercio del siglo XX, aparece como la pieza de hierro que servía para detener la caída del ancla.
-P: Y el resto de las palabras que faltan, como “garrabanda”, “sofaldar”, “ancheta” y “rapabuchear”, “trastacuercar”, “piriculandos”, “falfuera” y “mancornar”… ¿A que se refieren, o que quieren decir?
-F: Pues ni idea, por lo que a la persona que encontrara o supiera decirnos a que se refieren estas palabras, cuyo significado me ha sido completamente imposible de descubrir, les podríamos agradecer sinceramente el que nos lo dijeran…¿No os parece?
-C: Nos parece y podríamos
-R: Iñaki, a ver que debemos, que marchamos ya.
-I: ¡T´a tou pagu!
-F: Bueno, pues… ¿Vamos hasta la Barra?
-T: ¡Arreando!
El hablar de mis mayores
Desde muy niño, siempre me llamó la atención la facilidad, con la que mi madre Teresina Cué, y mis tías Aurora (tía Rora), Maria Luisa (tía Güichu) o Ana María Goti, intercalaban en sus conversaciones una serie de dichos y refranes, y que estoy seguro eran muy llaniscos, con los que adornaban y sentenciaban las frases.
No los he vuelto a oír, excepto en algunas conversaciones mantenidas con marineros, que aunque no lo parezca dominan ese arte como nadie, en unas conversaciones, valga la redundancia, de una elegancia difícil de igualar, al mismo tiempo que dejan demostrada una inteligencia y una rapidez mental fuera de toda duda.
No he podido recordar muchos, pero aquí está los que he conseguido, que por cierto muchos de ellos se refieren al comer, que imagino es consecuencia de unos tiempos pasados, en que era una preocupación más acuciante, que la que gracias a Dios, tenemos hoy en día.
Vamos a por ellos, y es el lector el encargado de darles su significado.
–Es más fino que un veril
-Todos comemos, pero solo el inteligente sabe saborear la comida.
-Buena olla y una vara, el gobierno de una lancha.
-No se puede hacer una buena costera, con una mala cocina.
-Más vale vuelco de olla, que abrazo de moza.
-La mejor legumbre, una chuleta de cerdo.
-… Y a la Mar… ¡madera!
-Olla que muy rápido “jierve”, sabor pierde.
-Después de Dios, la olla, y lo demás es bambolla.
-Queso con vino y pan, medicina de sanos.
-El pez fresco, gástalo presto.
-Si quieres mariscar, mucho te has de mojar.
-Buen patrón con mal zagal, pesca poco y pesca mal.
-Con el anticiclón, todos los barcos tienen tripulación.
-Donde no hay harina, todo es mohína.
-Pan y xuglas mientras duran, pero el vino con mesura.
-Los meses sin “r”, marisco no comas, ni marisco pesques.
-A barco desesperado, Dios le encuentra puerto.
-Quien contra el viento quiera mear, por fuerza se ha de mojar
-Cuando no sopla viento, incluso la veleta tiene carácter
- -Barco grande, ande o no ande.
Otras veces jugaban con nosotros a las adivinanzas, algunas tan originales y simpáticas como estas:
–Lleva toda la vida en la Mar, y aún no sabe nadar.» (La arena)
-«Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no.» (El bacalao)
-«Con su risa mañanera toda la playa alborota, pescadora y marinera». (La gaviota)
-«Sin estrujarte el testuz y rápido cual centella, ¿sabrás decirme qué estrella nunca jamás tiene luz?» (La estrella de mar)
-«El que lo pica deja de ser pez… ¿Quieres que te lo diga otra vez?» (El anzuelo)
-«Haciendo ruido ya vienen, haciendo ruido se van; y, cuando mañana vuelvan, de igual manera se irán.» (Las olas)
-«Uso aguja sin coser, corto sin tijeras, y ando sin pie.» (El barco)
-Ni de día, ni de noche puede mi vela alumbrar, pero cuando sopla el viento, muy bien suelo navegar.» (El velero)
-«Tengo el nombre de una niña, crezco en el fondo del mar y en la arena de la playa tú me puedes encontrar.» (La concha)
- -En dos castañuelas voy encerrado y al sacarme del mar me pongo colorado,» (El mejillón)
… Y ya no me acuerdo de más, pero en fin, que lo pasábamos a lo grande, nos hacían pensar, y encima no acertábamos ni una.
¡Concho, cómo me gustaban! Por lo que sinceramente creo, que si Sir Winston S. Churchill, hubiera conocido la manera de hablar de nuestros mayores, en lugar de su famosa frase, bien hubiera podido decir… “Jamás tantos, han aprendido tanto de tan pocas palabras”
Refranes a golpe de Mar
Estos refranes han sido recogidos de mi familia (eran muy refraneros), y la marinería de Llanes con la que siempre tuve un gran relación.
Barco sin cubierta, sepultura abierta.
Mar clara y monte oscuro, tiempo seguro.
Quien el tiempo se pone a predecir, se expone a mentir.
Barco velero fondeado se coge.
Pescador de caña, pescador de nada, y si la caña quiebra… ¡Pescador de mierda!
Si malo es el tiempo huracanado, peor es el fuego empavesado.
Cielo de panza de burra, agua segura.
Aurora rubia, o viento o lluvia.
Cielo empedrado, vendaval declarado.
Viento en popa, bella Mar, cerca de la costa y saber nadar.
Rubias al naciente, lluvia al día siguiente.
A poco que el pez brinca, el viento salta.
Descenso con suavidad trae viento y aún tempestad, mas si lentamente se eleva, el viento se lleva.
Barco a la capa, marinero a la hamaca.
Náufrago que vuelve a embarcarse, o viudos que reinciden, escarmiento piden.
Cada palo que aguante su vela.
Barco amarrado no gana fletes.
Yo piloto, Ella me guía.
Si sales a navegar, no te canse el preparar.
Pan y lastre… ¡Hasta cansarte!
Dame quilla, y te daré millas.
Vale mas lancha a vela, que remo de galera.
A la mujer y al viento, con mucho tiento.
Agua recoge con red, el que confía en palabra de mujer.
Piedra movediza no cría moho.
Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.
El patrón a la corredera, el marinero a la vela y la mujer a esperar en la Rivera.
Después de la lluvia neblina, hacia buen tiempo camina.
El que tenga miedo a la Mar, solo ocle debe pescar.
Si el viento del Sur es, botas de aguas a los pies.
A un Norte joven, y aun Sur viejo, no le fíes tu pellejo.
Si te coge el agua antes del viento, coge la vela y métela dentro.
Mar en contra la ola, marinero a la batayola.
Quien a pescar va sin mirar, la barriga no va a llenar.
Cuando viene la galerna, no vale ni la cuaderna.
Delfines que mucho saltan, viento traen y calma espantan.
Cuando la gaviota visita al labrador, malos tiempos para el pescador.
San Telmo en la arboladura, el buen tiempo poco dura.
En tierra de moros y herejes, ni vino, ni mozas, ni jueces.
Con la Virgen del Rosario, ni galerna ni corsario.
Si relampaguea y más truena, viento habrá de donde suena.
De mozo de lancha y paje de navío, escapa pronto hijo mío.
Pescador que se duerme, pez que se escapa.
A mucho viento, poca vela,
Cuando la vela azota el palo… ¡Malo, malo!
A la vela hay que velarla, si no, es mejor largarla.
Quien no tenga nada que hacer, o arme navío o teme mujer.
Si la lluvia te coge antes que el viento, alista drizas sin perder momento, pero sin el viento te coge primero, iza velas marinero.
Cuando viene la galerna, no te fíes ni de la cuaderna.
Refranes llaniscos
1 – Si se nubla el “Turbina”, prepara la gabardina
2 – Si se nubla el “Soberrón”, no te alejes del Sablón
3 – Si oyes campanas en Cué. el Nordeste no se fue, pero si las oyes en Póo, que va a llover digo
yo.
4 – Si hay gaviotas en Pancar, es que se metió la Mar.
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