A finales del siglo XIX, el pueblo de la Pereda necesitaba una iglesia, por lo que dos de sus hijos, que habían emigrado a México, Diego Bustillo Fernández y Francisco Bustillo Galguera, hermanos de padre, compraron un terreno de trece áreas en la vega de San Roque y lo cedieron para que se levantase un templo católico bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, que se inauguraría el 2 de agosto de 1907, habiendo sido trasladada la imagen de la Virgen de la antigua capilla a la nueva el 21 de noviembre del año anterior.
Asimismo, los benefactores corrieron con el importe total de las obras, que encomendaron a Juan Sordo Mijares. El arquitecto llanisco alzó un edificio sencillo de 25 metros de largo, 14 de ancho y 12 de alto, sobre el cual elevó una airosa torre, en la que se colocaron tres campanas.
En su origen la capilla tenía tres altares, exhibiendo el mayor una cuadro de Nuestra Señora de Guadalupe, pintado en México por el artista español Escudero y Espronceda; en el de la derecha destacaba la imagen de San Diego, y en la izquierda la efigie de San Hilario. Tanto los altares como las imágenes desaparecieron durante la Guerra Civil.
En el interior del presbiterio y bajo el pavimento existe una cripta que sirve de panteón a la familia Bustillo.
En memoria de los mecenas, se colocó una placa de mármol sobre el arco de la entrada principal, la cual, 117 años después, todavía se conserva, y que reza: “Capilla erigida en honor a la Santísima Virgen de Guadalupe, a devoción y expensas de los hermanos Don Diego Bustillo Fernández y don Francisco Bustillo Galguera, hijos de este pueblo. Año 1906”.
De conformidad con el Censo de emigrantes hacia América Latina, Diego Bustillo Fernández era hijo de José Manuel Bustillo Sobrino y Magdalena Fernández Pérez, había nacido en la Pereda en el año 1849 y con 15 años de edad emigró a México.
Y según recoge “El Oriente de Asturias” , fundó con sus hermanos casas mercantiles y construyó edificios como el magnífico “Teatro Colón”. Incluso, editó y dirigió un periódico “El Pabellón Español”, que daba noticias de España y defendía sus intereses, el cual le dió más disgustos que alegrías.
Fruto de tanto trabajo adquirió una sólida fortuna que le permitió retirarse a Llanes, transcurriendo en esta villa los últimos años de su vida sin faltar asiduas visitas a su localidad natal, en la que siempre sembró el bien sin ostentación.
Falleció, sin descendencia, en Llanes el 21 de septiembre de 1912, contaba con 62 años.
Además de la capilla de la Guadalupe, construyó también don Diego, al lado de la capilla, una escuela mixta que cedería al Estado.
Imágenes, Valentín Orejas
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