Es sabido que hasta la Guerra Civil, los críos llaniscos, de la mano de sus padres, hacían una visita anual a San Antón en la capilla que existió, bajo esa advocación, en el espacio a espaldas de “La Muyerina”, a la par que llevaban una panoja y besaban la imagen del gochín que acompañaba al santo.
También, conocemos que según la tradición aquella capilla fue el lugar donde se depositó la imagen de la Virgen que los marineros llaniscos encontraron en la mar. Capilla de la que la imagen desaparecía para aparecer milagrosamente en el altozano de la Guía, lo cual fue interpretado como expresión del deseo de la Virgen de ser venerada allí, tal como se viene haciendo desde hace más de 500 años.
Pero no es tan conocido que, durante la Guerra Civil, la capilla de San Antón fue convertida en un refugio antiaéreo y que con tal finalidad fue reforzado el edificio con piedras sacadas de las almenas de la muralla de “El Cercáu” que dan al Sablón y del Torreón de la esquina de la misma. Terminada la guerra fueron restablecidas a expensas exclusivamente de la familia Aguirre Alvar González, propietaria del Cercáu. La obra fue ejecutada y muy bien por Juan Sotrés, Juan,”el de la Jorcada, como le decían.
Fuente e Imagen, “El Oriente de Asturias”
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