En mayor o menor medida, todas las ciudades, villas y pueblos se engalanan con luces en Navidad, convirtiéndose en uno de los iconos de estas fiestas.
Esta tradición, que tiene su origen en la instalación de arboles de Navidad en los domicilios, se inicia a mediados del siglo XVIII en los hogares alemanes de clase alta, aunque de aquellas no se usaban bombillas, sino velas que se adherían a las ramas de los arboles con alfileres o cera derretida.
Más tarde, durante el reinado de la reina Victoria, se extiende a Inglaterra y después a Estados Unidos.
Sin embargo, no es hasta 1882 cuando aparece el primer árbol iluminado eléctricamente. Su autor fue Edward H. Johnson, un inventor asociado a Thomas Edison, que creó unas bombillas especiales de colores, aunque debido a su alto precio tardaron en hacerse populares.
Finalmente, a partir de mediados del siglo XX, se diversifica su uso, estando ahora presentes en las casas, comercios, calles y edificios.
Imagen, Valentín Orejas
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