El último domingo de septiembre al darse las circunstancias de que la luna nueva había provocado una gran pleamar y que comenzaron a aparecer olas cortas pero bien marcadas, decidimos ir a comprobar si los bufones de Llames de Pría daban su espectáculo de lanzar agua por el aire.
Esta vez no fuimos directamente al famoso campo de los sifones marinos declarados Monumento Natural, sino que decidimos verlos desde enfrente, en Cuerres, pueblo del Concejo de Ribadesella, aunque hubo un tiempo en que perteneció a la parroquia de Pria, y por lo tanto a Llanes.
Así, al llegar a Cuerres, donde se encontraron huesos de grandes animales del pleistoceno superior, aparcamos muy cerca de la Iglesia de San Mamés, del siglo XVI, restaurada en el XVIII y ampliada en el XX, en la que destaca su pórtico que ocupa el frente y los laterales y que esta sujetado con 12 columnas de estilo toscano.
Y a unos pocos pasos nos llamó la atención una construcción civil datada en el XV con inscripciones piadosas y una cruz de malta, a la que conocen como Fuente de los Peregrinos, ya que al parecer bebían y se lavaban los viajeros que por devoción iban a visitar a Santiago.
Después, tomamos un camino de muros de piedra seca donde la luz de otoño bailaba entre las ramas de los robles, castaños y avellanos que lo bordeaban, y cuyo suelo estaba alfombrado de hojas, nueces, castañas, avellanas y manzanas de las pomaradas que se asomaban en segunda fila.
Tras atravesar esa suerte de túnel de luz, recorrimos espacios más abiertos, y dejando a la derecha el sendero que lleva a la playa de Aguamía, que se asemeja a un fiordo, columbramos el mar, y llegamos al área recreativa, desde donde vimos que no había mar suficiente, por lo que los bufones estaban a medio gas y apenas bufaban.
Una vez que apartamos la vista del Bramadoriu de Llanes, pudimos comprobar que en el lado de Cuerres, además de gozar de las mejores vistas sobre los bufones de Pría, también posee esas singulares formaciones geológicas, aunque en menor cantidad y sin alcanzar tanta altura, sin duda porque las salidas de sus chimeneas son más anchas y el surtidor se esparce al salir, pero sus acantilados son espectaculares y abundan las calas diminutas.
Volvimos por donde habíamos ido, y me surgió la misma pregunta que cuando me acerco a nuestras playa interiores: ¿Qué podemos hacer para conservar estos lugares para siempre?.
Imágenes, Valentín Orejas
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