Creo que, a todo el mundo, y en un principio a unos más que a otros (y yo no me pongo como ejemplo de los primeros), le gusta viajar por esos mundos de Dios. Conocer nuevos parajes, nuevas culturas, incluidas las gastronómicas y sobre todo a nuevas gentes.
Y eso es lo que me ocurre a mi cuando efectuamos esos viajes que Anabel y yo solíamos hacer todos los veranos antes de recalar en la Villa. Viajes que por regla general nos llevan hacia las costas de otros países, ya sean Mediterráneos o Atlánticos y que nos hacían regresar relajados y felices, pero con un regustin de boca que poco a poco se me va implantando y me empieza a poner ligeramente nervioso asaltándome al final la misma pregunta de siempre … ¿Por qué? … ¿Por qué seremos así?
Veréis, hace muchos años, cuando estaba dirigiendo el Camping que mis padres tenían en la costa de Canet de Mar (Barcelona), coincidí con un estudiante sudamericano, al que tenía como jefe de recepción, porque aparte de ser una bellísima persona y un gran trabajador, era simpático, educado y encima hablaba tres idiomas.
Pues bien, un día que estábamos relajados en el bar tomando una cerveza, pues todo el “turisteo” estaba en la playa, no se como salió la conversación sobre los movimientos políticos de los países del otro lado del charco, y yo inocentemente le pregunté.” ¿Cómo es posible que en tu país haya habido tantos presidentes en tan pocos años? “A lo que el amigo en cuestión y con la cachaza y sorna propia de él, me contestó … ¡Ay, mi hermano! Es que todavía somos muchos los compatriotas que aún no hemos sido presidente. ¡Y se quedó tan ancho el tío!
Y es que cada país, cada gente, reacciona ante situaciones diferentes de maneras muy diversas, y es entonces cuando nos puede asaltar la dichosa auto preguntita … ¿Por qué?
Y eso es lo que creo que nos ha pasado a nosotros con las cosas de la Mar.
¿Por qué? … ¿Por qué los franceses que no tienen cosas mejores ni mas bonitas que las nuestras, las cuidan y nos las venden de una forma que da verdadera envidia? Y nada de “envidia sana”, la envidia siempre fue, es, y será envidia.
He visitado puertos comerciales gigantescos como los de Génova o Marsella, puertos deportivos como el de “Antibes” en la Cotê d´Azur francesa, , con sus 1.572 atraques, de los cuales una cantidad importantísima es para barcos de entre 17 y 30 metros de eslora, o el de “La Trinité sur Mer” en la Costa Atlántica de la Bretaña francesa con pantalanes para 900 atraques, ó el diminuto, bellísimo y encantador “Porto Fino” en la Riviera de Levante italiana (que solo caben media docena de barcos, pero que barcos compañeros), ó el puerto de Cancale en la Costa Norte de la Bretaña francesa, bañado por las aguas del Canal de La Mancha, o el inmenso “Port Camargue”, el puerto deportivo más grande de Europa, en la costa del Golfo de León, en Francia., en el municipio de Le Grau-du-Roi, en la región del Gard, que con una lámina de agua de 3 m. como mínimo y 4 m. como máximo, y con un delicado y limpio fondo de arena, tiene la asombrosa capacidad de 5.200 atraques para barcos de hasta 40 m. de eslora.
Del número total de atraques disponibles, 2.761 están situados en la zona pública del puerto, 2.239 en la marina privada y 200 están reservados para los navegantes en tránsito.
Estructurado como una pequeña ciudad, cubre un área amplia y ofrece servicios, negocios y parques.
En fin, cienes y cienes de puertos, los cuales tienen casi todos un denominador común que no lo tienen los nuestros. En todos ellos y en cantidades distintas siempre te encuentras con barcos antiguos, perfectamente reconstruidos y cuidados al máximo, a “son de Mar”, o sea, preparados para efectuar cualquier singladura en cualquier momento.
En las costas españolas del Mediterráneo se ven bastantes más, sobre todo los que arman la vela latina (menorquinas y “llauts”), pero en el Cantábrico, y no dudo que haya más, solo me encontré una vez con dos bateles en Castro Urdiales, de los cuales uno estaba perfectamente armado y cuidado, como si acabara de salir del astillero, y el otro, del otro vale mas no hablar.
Con lo bonitos que eran los botes, lanchas y barquillas de nuestro puerto
¿Vuelvo a hacer la pregunta, o ya no hace falta?
Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.
Foto (2) Barquillas en “entremuelles”.
Foto (1) Botes en el Sablin
Foto (3) Antiguo velero en Cancal (Bretaña francesa).
Foto (4) Llaut mallorquín a vela.
Foto (5) Port de Antibes (Cote d’ Azur francesa.
Foto (6) Port de Trinite sur Mer (Bretaña francesa).
Foto (7) Marine de Port Camargue. (Languedoc Rosellón francés)
Foto (8) Situación de Port Camargue.
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