RITOS Y ORACIONES EN LA MAR ANTIGUA

por

(Conversaciones con mi amigo Paco “El Buzu”)

-F: ¡Buenos días Dn. Francisco!… Vamos a tomar un “cafetín”, mientras te cuento una cosa que se me ocurrió el otro día, a raíz de una película de aventuras de piratas que estuve viendo y que, desarrollándose en un barco velero de los clásicos del siglo XVII, no te puedes imaginar lo mala que era, sobre todo cuando el capitán gritaba… ¡Todo a babor!, y veías que el timonel se volvía loco girando la rueda a la derecha. O cuando el que se suponía era el “Maestre de jarcia” (que antiguamente era el encargado de las jarcias y cabos, y de repostarlos en todos los conceptos), decía muy serio… ¡Largar toda la jarcia!… y salían todos corriendo, que ni el “diañu” sabía hacia dónde.

Por cierto… ¿Sabías que la palabra jarcia proviene de la palabra griega “exartion”, y esta del verbo “exartizo” que quiere decir “equipar”?

-P: ¡Vaya hombre!… Mira por dónde me entero ahora.

-F: Pues sí, y después como me acordé, de que cuando iba a la Mar a pescar con mi tío Baltasar Cué de la Fuente (tiu “Batá”), en la su lancha la “Lola”, al embarcar la primera captura acostumbraba a decir, “Alabado sea Dios”, se me ocurrió preguntarme qué ritos y oraciones tendrían a bordo los marinos de hace cinco siglos, y me encontré con algunas cosas como las siguientes:

Empezaba el trabajo del día muy de mañana, cuando el alba era anunciada a voces por un grumete o paje de guardia cantando:

Bendita sea la luz
y la Santa Veracruz,
y el Señor de la Verdad
y la Santa Trinidad;
bendita sea el alba
y el Señor que nos la manda;
bendito sea el día
y el Señor que nos lo envía.

A continuación, se rezaba el “Pater Noster” y el “Ave Maria”, en latín, por supuesto, y después, este mismo paje se dirigía al capitán y a los presentes diciéndoles:

“Dios nos dé buenos días; buen viaje; buen pasaje haga la nao, señor capitán y maestre y buena campaña, amén; así faza, buen viaje faza; muy buenos días de Dios a vuesas mercedes, señores de popa y proa”.

-P: La verdad que eran personas muy creyentes y con buenas formas sociales y de comportamiento, que ya quisiéramos hoy en día.

-F: ¡También es verdad!

Más adelante, hacia las siete de la mañana, más o menos al dar la vuelta a la séptima ampolleta de la guardia de alba, con el baldeo hecho y la nave arranchada, el paje volvía a cantar:

“Buena es la que va,
mejor es la que viene;
siete es pasada y en ocho muele,
más moliera si Dios quisiera,
cuenta y pasa, que buen viaje faza”.

Al cambio de guardia, el grumete llamaba a los que iban a entrar en ella diciéndoles:

Al cuarto, al cuarto, señores marineros de buena parte,
al cuarto en buena hora de la guardia del señor piloto,
que ya es hora; leva, leva.

Mas adelante, al caer la tarde y dar la vuelta a la ampolleta que marcaba esa hora, el contramaestre apagaba el fogón, que por seguridad no debía estar encendido durante la noche, y el grumete se dirigía a la tripulación diciendo:

“Bendita sea la hora
en que Dios nació,
Santa María que lo parió,
San Juan que lo bautizó.
La guardia es tomada,
la ampolleta muele,
buen viaje haremos
si Dios quiere”.

Y ya entrada en servicio la guardia de la noche, que como todas las demás, se media por las vueltas que se le daban a la ampolleta, que tenía una duración de media hora, se podía oír la tenue voz del paje diciendo sobre el rumor del viento y la Mar:

“Una va pasada
y en dos muele;
más molerá
si mi Dios querrá,
a mi Dios pidamos
que buen viaje hagamos;
y a la que es Madre de Dios y abogada nuestra,
que nos libre de agua, de bomba y de tormenta”.

Una vez había terminada su oración, se dirigía al serviola de guardia diciéndole: ¡Ah de proa, alerta, buena guardia!

A lo que respondería aquel: ¡Alerta!, para que así supiese el maestre de la guardia que no estaba dormido.

Los sábados, se alteraba la rutina de los días, con el canto de la Salve, que, suponiendo, que no sé si será mucho suponer, que si  como la que ahora conocemos, diría así:

“Salve, estrella de los mares,
de los mares, Iris de eterna ventura.
Salve, Fénix de hermosura
Madre del Divino Amor.
De tu pueblo a los pesares,
tu clemencia de consuelo;
fervoroso llegue al Cielo
y hasta Ti nuestro clamor.
Salve, estrella de los mares.
Salve, Estrella de los Mares.
Si, fervoroso llegue al Cielo
y hasta Ti nuestro clamor.
Salve, Estrella de los Mares.
Estrella de los Mares. Salve”.

Acabada la Salve y la posterior Letanía, el maestre pedía a todos “un Credo a honra y honor de los bienaventurados Apóstoles, que rueguen a Nuestro Señor Jesucristo nos de buen viaje”

Después de rezar el Credo, todos aquellos que en él creen, uno de los pajes, haciendo en ese momento funciones de monaguillo, pide se rece “un Ave María por el navío y compañía”. El resto de los pajes le responden “Sea bien venida”, y tras rezar dicha Ave María, se levantan todos diciendo “Amén y Dios nos dé buenas noches” Acabándose de esta forma la celebración del sábado.

El domingo no se acostumbraba a oír la Santa Misa, ya que la mayoría de las naos de esa época, no acostumbraban a llevar sacerdotes a bordo, exceptuando a las naos que se dedicaban a las misiones de exploración y conquista.

Como tu bien sabes, y como glosario náutico de ese tiempo, podemos decir que la palabra ampolleta, varias veces nombrada en esta conversación, se refiere al reloj de arena que todos los barcos llevaban. En este caso se refiere a la que tardaba media hora en pasar toda la arena de un lado al otro.

Como frases marineras, se solía decir moler la ampolleta ó estar moliendo la ampolleta, por pasar, o estar pasando la arena de un vaso a otro. Parar la ampolleta, cuando a las once y media de la mañana no la giraban, dejando un vaso vacío y el otro lleno, para hacerlo en el instante en que el sol pasaba por el meridiano. ¡Ponerla en hora, vaya!. Robar la ampolleta, o lo que es lo mismo, darle la vuelta antes de que hubiera pasado toda la arena, con el fin de acortar las guardias. Era típico de los pajes y timoneles. Hablar por ampolletas, hablar cuando le toca el turno a uno en lugar de hacerlo todos a la vez.

-P: Yo sé de alguno que no sigue esa norma

-F: ¡Y nada más Paquín!. ¿Qué te pareció?

-P: ¿Qué quieres que te diga? … ¡No está mal! Solo que eso que dices al comienzo de todo, de “conversaciones con mi amigo Paco”, no te lo crees ni tú, pues chachu… ¡No has parado de largar! …No me has dejado ni contestarte a los “buenos días” del principio.

-F: ¡Bueno hombre! …. No te pongas así. Es que tenía muchas ganas de contátelo, y ya sabes que, hablando de la Mar, es como que me apasiono, así que no me lo tengas en cuanta… ¡Anda! Págate el café y estamos en paz.

-P: ¡Concho! … ¡Encima eso! …Tira para la Barra, que me tienes contentu

Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.

Fernando Suárez Cué

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