Si no fuera por “La Osa” …

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Tuvo nuestra Villa renombrada fama desde la Edad Media, pues fue en el año 1228 cuando Alfonso IX concede a Llanes “El Fuero” o “Carta Puebla”, ratificada por los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla, y Fernando V de Aragón, en 1481, como el conjunto de leyes y libertades entregadas a los pobladores de esta Villa, como ordenamiento del territorio, y declarándola una población sin señorío, o cuyo señorío únicamente correspondía al Monarca Soberano.

A partir del siglo XII, hasta bien entrado del siglo XV, Llanes consta de una industria ballenera de cierta importancia, que posteriormente y, ya entrada la Edad Moderna, unida a sus exportaciones, consistentes, además de pescado, tanto fresco como conservado, en naranjas y limones, con gran demanda para la conservación del pescado y como prevención del escorbuto (la terrible “Muerte Negra” o “Peste del marinero”), avellanas (verdes y tostadas), nueces, castañas, habas, cebollas, ajos, escanda, quesos, tocino, madera en tablas, carbón vegetal, tejas y cal, dándole a la Villa una cierta fama de ser económicamente potente.

Esto la hizo merecedora de la atención de piratas y ciertos corsarios, que vieron en ella una especie de “La Hucha del Cerdito”, donde suponían que se podían abastecer de tesoros y riquezas.

Aunque tanto la docta colaboradora de estas páginas, Dña. Maiche Perela Baumount, como este cristiano, hemos contando algún que otro ataque a los intereses económicos de la Villa por parte de esos facinerosos, relatando como final, la franca huida a la que se vieron abocados y totalmente desarbolados por la dura defensa presentada por el gran coraje de los llaniscos, podemos afirmar que no fueron pocos los intentos de entrar “a cuchillo” en Llanes, y aunque eran tiempos oscuros y de poca información, hemos podido recoger los siguientes:


Año 1558. Se dispone por el Rey Felipe II, por medio del Corregidor del Principado, que se fortifique y dote a los puertos asturianos de artillería, ante el posible ataque de una potente escuadra francesa, compuesta por 100 buques, con 3.000 hombres a bordo. Se cumplió la Real Orden, pero no tuvo lugar el desembarco. Ese disgusto que se ahorraron  


Año 1574. El capitán Fernando Valdés, “Comisario de Guerra del Principado”, visita las fortalezas costeras, determinando su pronto mejoramiento, enviando cañones nuevos de diversos calibres y alcance, con su correspondiente y munición, a varios puertos, entre ellos Llanes, San Juan de Nieva, Ribadesella, Castropol, Gijón y Luarca. 


Año 1586 Tras la derrota de la “Grande y Felicísima Armada(nombre clave “Empresa de Inglaterra”), el corsario Sir Francis Drake (convertido en pirata por los españoles, nunca fue pirata, pues poseía “patente de corso” por Inglaterra), amenaza las costas y puertos asturianos, por lo que se ordena la intensificación y vigilancia de estas, renovándose cañones y pertrechos en algunos de ellos y a reclutar soldados para defenderlos 

Nota: El término de “Armada Invencible”, referido a la flota que envió Felipe II en 1588 con destino Flandes y luego Inglaterra, se suele atribuir a una carta de William Cecil, “Barón de Burghley”, consejero y mano derecha de Isabel I, que lo usó como termino peyorativo para mofarse de la empresa que los españoles apodaban, según él, como ‘invencible’, pero que resultó muy “vencible”. No porque la armada fuera derrotada, sino porque sin apenas trabar combate con los británicos, debido a fuerte y adversa climatología, tuvo que regresar por la escarpada costa irlandesa con graves consecuencias… Pero eso ya es otra historia.


Años 1622 y 1635. Flotas holandesas y francesas se manifiestan frente a Llanes, pero su desembarco es rechazado.

Plano de la restangular fortificación de la Villa de Llanes (1627)

 

Plano de la ría de Llanes. (1634). Pedro Texeira, cosmógrafo de Felipe IV (el Rey Planeta)

 


Año 1639. De nuevo una flota combinada franco-holandesa, intenta el asalto a nuestra Villa, pero son rechazados por las milicias llaniscas bajo el mando de Juan Rivero Posada.  


Año 1692. Un gran mercante español con mercancías de gran valor, acosado para darle caza por dos buques de guerra franceses, se dirige hacia Llanes, logrando ponerse bajo la protección de las baterías de “La casa del Rey” (El Fuerte). Acercándose los franceses a por su presa, se entabla un violento cañoneo, que terminó con su retirada y graves daños en uno de los barcos enemigos. 


Año 1705. Una escuadra inglesa, que dice estar a al servicio del archiduque Carlos de Austria (proclamado en Viena el 12 de septiembre de 1703 como Carlos III rey de España), pretendiente al “Trono Español”, inicia un ataque contra Llanes para establecer una entrada por el Norte de la Península, pero es rechazado por la artillería de “La casa del Rey”


Año 1739. Una sutil “fuerza naval”, parte de Llanes y dan caza y apresan a un bergantín inglés que andaba merodeando por nuestras costas, incorporándolo a la escuadra española. 


Año 1801. Un bergantín inglés intenta apresar a un mercante español que se encontraba en Llanes. Para ello utiliza una lancha llanisca que había apresado mientras faenaba en alta Mar, en la que iban ingleses disfrazados con la ropa de los pescadores, intentan el asalto. Descubierta la añagaza por los llaniscos, y tras un breve combate los ingleses se retiran.


Total, y como podréis ver, los ingleses llegaron con “el rabo entre las piernas”, y se marcharon de la misma guisa, no perdiéndolo por milagro. Y es que los llaniscos son como muy suyos, cuando les “trastocan los bolos” en la partida.

Pero no creáis que siempre fuimos nosotros los atacados, pues durante la Edad Moderna, los puertos de Asturias armaron a un buen contingente de corsarios.

Debemos recordar que un “corsario” no es un “pirata”, como algunos confunden. 

El “pirata” es un “bandolero de la Mar”, fuera de toda ley y del “derecho de gentes” (“el derecho que la razón natural ha establecido entre todos los hombres que se observa uniformemente entre todos los pueblos”), practica el saqueo organizado o bandolerismo marítimo, por la cual se ataca a cualquier embarcación con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, o venderlos como esclavos, y en ocasiones apoderarse de la nave misma, mientras que un “corsario”, es un “guerrero marino”, que actúa dentro de las leyes de la guerra, amparado por una concesión o permiso especial de su Soberano, llamado “patente de corso”, para atacar y saquear a tan solo las naves del país enemigo.

De la expedición y proclama de estas patentes, hay varias referencias en los Archivos del Ministerio de Marina, y según ellas, se concedieron patentes a ciertos puertos asturianos como fueron, las siete “patentes de corso” que se concedieron a Gijón, las seis de Luarca, las cinco de Avilés, las dos de Castropol, las dos concedidas a Llanes, y una para cada uno de los puertos de Lastres, Ribadesella y Cudillero.

Un abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.

Fernando Suárez Cué

Bibliografía:

“Enciclopedia General del Mar”.

“Antiguos mareantes de Llanes” de Antonio Celorio Méndez-Trelles.

“Asturias y la Mar·” de Jesús Evaristo Casariego.

En alerta

 

Cañones en ‘La Casa del Rey’

 

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