A principios del pasado siglo, a consecuencia de las grades cantidades de pescado que se rulaban en la antigua lonja llanisca, tanto de embarcaciones locales como de otros barcos que faenaban en aguas llaniscas, proliferaron las fábricas de conservas y salazón.
A través de estas líneas vamos a intentar ubicar a algunas de aquellas conserveras, que se vieron abocadas al cierre cuando, al pescarse menos en nuestras aguas, tuvieron que comprar el pescado fuera con el consiguiente encarecimiento del precio.
En los bajos de la casa de galerías de la Moría, que había construido Francisco García Ruenes, donde hoy está el restaurante “Los Piratas del Sablón”, estuvo instalada una fábrica de salazón y sardinas saladas.
También, en ese barrio tan marinero, entre la pared Este del Fuerte y la Media Luna, abrió el empresario José Conde su primera conservera. La misma duró muy poco al ser arrasada por un violento temporal de mar.
Después, Conde, formando sociedad con Gabriel Teresa y Vicente Pedregal, inauguró un amplio local en la Calle Marqués de Canillejas, donde hoy se encuentra el Hotel “Las Rocas”. A aquella conservera se la denominó “la Llanisca”. Pedregal dejó pronto la sociedad y pasó a llamarse “Conde y Teresa”. Tras la Guerra Civil, se hicieron cargo los hermanos Romano, sobrinos de Gabriel Teresa, y seguidamente Antonio Maya, que la bautizó como la “Llanisquina”.
En esa misma calle, muy próxima a la rula, montó la suya Vicente Hernández y su hijo Domingo.
Asimismo, Cayetano Rubín de Celis optó por “Marqués de Canillejas”, justamente donde en la actualidad se encuentra “Tere Blanco”, para abrir la suya, de la que luego se haría cargo Rafael Balán.
Ángel García, de Casa Ángel, eligió la calle del cura marinero,Tomás Gutiérrez Herrero, para ubicar su fábrica de salazón.
La Calle Marqués de Arguelles fue escogida para instalar la conservera “Fragardi”, fundada por Francisco García Llerandi. Esta, junto a la “Llanisquina”, eran las únicas que contaban con caldera de vapor, y que, a parte de anchoas, fabricaban conservas de distintas clases de peces.
También, escogió esa céntrica calle, Alfonso Cimino, un italiano afincado en Llanes.
En la calle Nueva, tenía su conservera el riosellano Antonio Blanco, de la cual era encargado otro italiano, Alfonso Orlando, que más tarde se independizó y fundó una propia.
Y, en esa misma calle, que está dedicada a Gumersindo Gutiérrez de la Gándara, el vallisoletano Felipe González inauguró la suya.
En la actualidad, y después de que se abriera, durante un tiempo, en San Antón, la fábrica “El Sablín”, desde 1995, contamos con una fábrica de conservas de anchoas denominada “Anchoas Ballota”, la cual está situada en Cue. Fue fundada por Luis González Sobero y continua en la familia.
Fuente, “El Oriente de Asturias”
imágenes, Valentín Orejas
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