ARMADOS EN CORSO

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En el año 2017, escribí un artículo titulado “De Llaniscos y Piratas”, en el cual refería que los desafueros cometidos por franceses e ingleses en barcos pesqueros de Llanes, habían llevado a los  pescadores llaniscos a desistir de ir, en el año 1521,a pescar a Irlanda, a pesar de la importancia que tenía esa pesquería para su supervivencia. 

Entonces, recogí algunos de aquellos atropellos en la mar, pero ninguno en tierra, ya que aunque sabía que las tropelías de los franceses e ingleses incluían entrar a robar en nuestros puertos, desconocía algún suceso concreto. Hace unos días, me topé, en una crónica de “El Oriente de Asturias”, con una referencia de un atraco a un vecino de Llanes que complementa aquellas líneas. 

Según consta en una “imploración de caridad pública”, en el mes de julio de 1520, el marinero Álvaro Díaz Blanco, que habitaba extramuros de la villa, sufrió un asalto de unos franceses, los cuales habían desembarcado en una playa inmediata. Los galos no se contentaron con robar el ganado, sino que quemaron la casa del marinero y le rompieron un brazo. 

Desgraciadamente, los crímenes y robos de los marineros franceses e  ingleses, perpetrados la mayoría de las veces en nuestros marineros, no tuvieron límites ni excusa, como así consta en multitud de documentos del Archivo General de Simancas, y hasta en una canción tradicional que todos conocemos y que está grabada en una placa del puerto:

“Villa de Llanes hermosa,

que es la villa más nombrada,

si no fuera por la osa, 

ya estarías quemada”.

Sin embargo, no eran los hombres de mar llaniscos, curtidos por la sal, el agua y el viento, fáciles a la derrota y al amilamiento. Y su audacia e intrepidez los llevó, el 24 de julio de 1521, a solicitar al rey Carlos I “licencia real con carácter de represalia” para armar varios navíos y salir en persecución de los franceses e ingleses con un doble propósito: alejarles de nuestra costa y apropiarse de los bienes que transportaran para resarcirse de los daños que aquellos les venían causando.

Y una vez tuvieron la autorización de “armarse en corso”, sabemos, a través de una reclamación de un vecino de Southampton, que Alonso Fernández de Ribero, Juan de Nieto, Juan de Ribero, Gutiérrez González y Diego García, todos de Llanes, tomaron por la fuerza un navío inglés llamado “Christ de Southampton”, de cuarenta toneladas.

También, Gonzalo de Posada, vecino de la villa y capitán de la nao “Magdalena”, apresó otra nave inglesa, llevándola a Llanes. 

No se andaban nuestros marineros, convertidos en una suerte de corsarios, con contemplaciones, ya que las reclamaciones de los dueños de aquellos dos barcos capturados ascendieron a diez mil ducados de oro.

Fuente, “El Oriente de Asturias”

Imagen, Valentín Orejas

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