Me encontré con este escrito, estando un día enredando entre papeles con el añorado amigo Francisco García Antolín (Paco “Fragarán”), el cual os lo trasmito porque con el ingenio y la gracia con que está escrito es digo de conocerse.
No es mío, por supuesto, ya que no tengo ni la imaginación ni el conocimiento del personal para poder escribir algo semejante, así que si queréis saber quien lo escribió, hay que ir hasta el final de todo.
La historia bajo el título de “Breve historia de los apodos llaniscos”, dice así:
Montado en su caballo Careto de Pelos sedosos como las Nutrias y cubierto con su Loriga, se dirigía nuestru amigu el Alemán a la ciudad de Sevilla. Cuando atravesaba una Verdosa vereda, se percató de la presencia de varios Raposos de hermoso Pescuezu, que en sentido contrario venían recorriendo el Mundo. Solo les faltaba por conocer la China. Le preguntaron a nuestro amigo por una casa de comidas y este le indico una en la cual les sirvieron un suculento menú compuesto por Garbanzu de buena clase, Lenguau muy frescu, Chori de toda confianza y un Tazón de ricu caldu, es cual estaba algo sosu, y teniendo por lo tanto hacer uso del Salero. También comieron un ave, pero no pudieron distinguir si era pichón o Pichona.
Luego que hubieron comido, un camarero con nariz como Pinocho y de mucha Pachorra, les obsequió con unos Pitos que fumaron hasta dejarlos convertidos en Colillas y, como la comida la rociaron con mucha bebida, se cogieron media Chispa y les dio por bailar la Jota y hacer el Indio.
Ya metidos en juerga, les dio por cantar el tango del Morcilleru, y aunque no estaban muy a Tono, lo hicieron bastante bien, lo cual les valió una ovación y el regalu de varios puros que les hizo un Indianu, así como unas copas que les hicieron ponerse algo Chulos.
Para rematar el día, salieron a bordo de un Barquín patroneado por Joselito y se fueron a la pesca del Mugle. Cuando capturaron unu que se debatía como un León en la jaula, lo celebraron tomando un Chato de manzanilla, que solu con el olor hizo caer a Ramonera; este se levantó y con la rapidez del rayo embicheró un pez Tuertu, que al “bracealu” se le había marchado a Paya.
Cerca de este Barquín, estaba el bote del Parrau, y unu de los tripulantes, al oír el Tin-Tan de las campanas, trepo al palu mayor con la agilidad de un Titi, y desde allí diviso a Ca-Hito que estaba en La Guía cazando pájaros con Liga, pero el probe muchachu estaba Negro de rabia, porque la Redonda con sus cánticos les espantaba la caza.
Fue escrito por Ventura Junco, allá por los años 40.
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