Hace muchos años, allá por los 60 del pasado siglo, en una de las muchas veces que íbamos por el coteruo de La Guía y aledaños, nos metíamos en una especie de entrante que había en la roca mirando hacia la playa de Toró, a fumar unos pitos del paquete de “Ideales”, que allí escondíamos, me fijé que en uno de los rincones de semejante lugar, había un montón de una especie de argamasa llena de cáscaras de mejillones, “llámparas” y conchas de bígaros. No le di más importancia, al tiempo que pensaba que menudo humor del que se entretuvo en hacer esa operación.
Pasado el tiempo, me di cuenta de que aquello no era el capricho de un albañil, sino que en realidad era un “conchero cementado”, al que así por encima, se le podía calcular una edad de entre 7.000 y 10.000 años, por lo que intenté volver a encontrarme en aquella cueva, pero ya me fue imposible. Se habían construido los apartamentos “Playa de Toro”, y se había ampliado enormemente el restaurante “Mirador de Toró” (abierto por Cesárea Rivero y Herminio Borbolla en 1957), motivo por lo cual perdí definitivamente la pista de su ubicación.
Como toda esta apasionante historia está relacionada de alguna manera con la Mar, me llamó la atención, por lo que me dedique a enterarme de todo lo relacionado con ello, hasta llegar a lo siguiente.
La cultura asturiense fue descubierta por el conde de la Vega del Sella en 1923, a raíz de los trabajos desarrollados por éste en la cueva del “Penicinal” (Cuevas del Mar), situada en Nueva, pero fue el alemán Hugo Obermaier, contemporáneo del de la Vega del Sella, con quien trabajó en la excavación de numerosos yacimientos en la zona de Llanes, el encargado de bautizarla.
“Creemos que el hábitat del hombre asturiense estaba muy cercano a los concheros”, asegura el ovetense Pablo Arias Cabal, catedrático de “Prehistoria de la Universidad de Cantabria”, y presidente de la “Comisión de Mesolítico Europeo” de la UISPP (Union Internationale des Sciences Préhistoriques et Protohistoriques).
Las pieles a medio curtir, restos de lapas o bígaros, forman parte principalmente de los materiales acumulados durante miles de años en los “concheros asturienses”, una especie de basureros prehistóricos, de los muchos que salpican la costa oriental asturiana y la occidental cántabra, donde el hombre prehistórico depositaba los restos de una dieta basada fundamentalmente, en las proteínas conseguidas en recursos marinos, y aunque se supone que en esa dieta, podría encontrarse algún tipo de pescado, es muy difícil determinarlo, ya que sus restos son fácilmente degradables. quedando solamente como testigos de su alimentación, las conchas de mejillones, bígaros, “llámparas” y algún resto de cámbaros y cangrejos
Hoy en día están catalogados cerca de 130 concheros entre las localidades de Pesués (Cantabria) y Ribadesella (Principado de Asturias), siendo uno de los ya se efectuaron varias excavaciones
La cueva de “El Mazo” localizada en el entorno al pueblo de Andrín, perteneciente al Término Municipal de Llanes (Principado de Asturias), y cuyo descubrimiento en 2008 de este yacimiento, ha permitido la reactivación de la investigación sobre las ocupaciones costeras durante el Mesolítico en la región cantábrica. Este trabajo presenta los resultados preliminares de las dos primeras campañas de excavación llevadas a cabo en el yacimiento, y su intervención ha puesto de manifiesto la existencia de un potente conchero mesolítico y de ocupaciones posteriores a la formación del conchero, el cual está compuesto principalmente de lapas de las especies, bígaros y caracolillos, así como restos de erizos de mar, crustáceos, peces, restos de mamíferos, aves, lítica y evidencias de hogares.
La disposición de los estratos excavados y de los restos de conchero cementado en las paredes del abrigo ha permitido establecer inferencias sobre el volumen original del conchero y evaluar los procesos de erosión que han afectado al depósito.
Pero no queda todo aquí, pues de nuestro extremo oriental sería muy largo y creo que farragoso para nosotros el nombrar a todos los especialistas, historiadores y eruditos que llevan a cabo todas estas investigaciones, como podrían ser Igor Gutiérrez-Zugasti (Universidad de Cantabria | UNICAN · Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), David Cuenca Solana (Universidad de Cantabria | UNICAN · Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), Manuel R. González Morales (Investigador, Grupo de Bioarqueología, Paleoclima y Transformaciones Sociales en la Prehistoria).
El potencial prehistórico del concejo de Llanes es importante, ya que además de la mencionada cueva de “El Mazo”, hay otras de gran importancia como la la “Cueva de Herrerías”, en La Pereda (Llanes), la “Cueva de Trescalabres”, en Quintana (Llanes), o la “Cueva del Cierro”, situada en Fresnu (Ribadesella), “Cueva del Sidrón”, en Piloña (Infiesto).
Serian unas excursiones bonitas, además de docentes e ilustrativas, el ir a visitarlas, con todos los cuidados y atenciones que merecen semejantes lugares
El gran potencial prehistórico del concejo de Llanes es destacado por Pablo Arias Cabal (Departamento de Ciencias Históricas”), quien no duda en afirmar que “la gran cueva con pinturas rupestres que queda por descubrirse en España está en los alrededores de Llanes y, que cualquier día aparecerá”
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