No todos los llaniscos saben que la que conocemos como “la calle Nueva”, es en realidad la calle “Gutiérrez de la Gándara”; y no muchos, entre los que me encontraba, tienen idea de quien era ese personaje.
Don Gumersindo Gutiérrez de la Gándara nació en Buelna en 1874 y cursó estudios en el Colegio de la Encarnación, trasladándose posteriormente a Madrid donde se licenció en Ingeniería en la Escuela Politécnica. Desempeñó diversos trabajos en la administración hasta que fue ascendido a Inspector General de Obras Públicas.
En el año 1933, fue homenajeado por el Gremio de los Mareantes por sus trabajos hechos a favor del puerto y de la construcción de la rula, para la cual dicen que aportó una espléndida cantidad.
En septiembre de ese mismo año, don Gumersindo invitó a los marineros llaniscos a los que obsequió con una merienda en su casa de Buelna.
Así, recogió “El Oriente de Asturias” la noticia:
“ Para corresponder a las atenciones de los marineros, el ingeniero don Gumersindo Gutiérrez de la Gándara obsequió el pasado domingo en su casa de Buelna, con una suculenta merienda a cuantos marineros llaniscos pertenecen a la rula de esta villa, abonando de su bolsillo cuantos gastos pudieran originar el desplazamiento de los pescadores a Buelna.
El viaje fue realizado en el tren de la cinco de la tarde, uniéndose a los marineros la Banda Municipal de Llanes. En la estación de Pendueles fueron recibidos por don Gumersindo en compañía del cual se dirigieron a Buelna, haciendo su entrada precedidos de la Banda y la bandera del Gremio.
Ya en casa del anfitrión, los marineros se distribuyeron en las distintas meses colocadas en el jardín de la finca, sirviéndose la merienda que consistió en borona preñada, jamón, queso, tarta, sidra y cigarros.Terminada ésta, se dio rienda suelta al entretenimiento y se bailó y cantó hasta que se regresó a coger el tren a Pendueles”.
Gutiérrez de la Gándara falleció en Madrid el 7 de abril de 1956 y sus restos mortales fueron trasladados a su pueblo natal. En su testamento figuraba una cláusula por la que se repartió una gran cantidad de dinero entre los niños de Pendueles, no mayores de quince años, y alguna persona necesitada que pudiera haber en la parroquia.
Imagen, “El Oriente de Asturias”
Otra clausula era que quería ser enterrado debajo de su amigo Cecilio Martinez, ( mi abuelo) ya que siempre en vida el había estado por encima. Así se puede constatar en el cementerio de Pendueles.
Eran dos grandes amigos, con toda una vida llena de anécdotas cagadas de humanidad-
Cecilio Martínez.