Tal vez una de las tradiciones más conocidas y seguidas, sea la de romper una botella de champagne contra el casco del barco en el mismo momento de su botadura.
Pues bien, esta superstición, tradición o costumbre, tiene su origen en la antigua época, cuando se derramaba sangre de ciertos sacrificios sobre las cubiertas como ofrenda a los dioses, a la espera de agradarlos y que consiguiendo su beneplácito, estos protegieran el navío en todas sus rutas y singladuras, y así evitar que la Mar se pudiese cobrar tributos humanos, o incluso, que el barco se fuese a pique durante la travesía.
Los babilonios sacrificaban un buey, los turcos una oveja, y los vikingos bautizaban sus barcos con sangre humana.
Posteriormente, fueron los griegos con su avanzada cultura, los que comenzaron a estrellar ánforas de vino contra los cascos de sus navíos en honor a Poseidón, partiendo del antiguo proverbio que advertía de que… “el barco que no haya probado vino probará sangre”
Buena Mar y hasta la vista amigos,
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