Desde muy niño, siempre me llamó la atención la facilidad, con la que mi madre María Teresa Cué de la Fuente (“Teresina”), y mis tías Aurora (tía “Rora”), María Luisa (tía “Güichu”) o Ana María Goti (tía Ana María), intercalaban en sus conversaciones una serie de dichos y refranes, y que estoy seguro eran muy llaniscos, con los que adornaban y sentenciaban las frases.
No los he vuelto a oír, excepto en algunas conversaciones mantenidas con marineros, que, aunque no lo parezca dominan ese arte como nadie, en unas conversaciones, valga la redundancia, de una elegancia difícil de igualar, al mismo tiempo que dejan demostrada una inteligencia y una rapidez mental fuera de toda duda.
No he podido recordar muchos, pero aquí está los que he conseguido, que por cierto muchos de ellos se refieren al comer, que imagino es consecuencia de unos tiempos pasados, en que era una preocupación mas acuciante, que la que gracias a Dios, tenemos hoy en día.
Vamos a por ellos, y es el lector el encargado de darles su significado.
-Es más fino que un veril
-Todos comemos, pero solo el inteligente sabe saborear la comida.
-Buena olla y una vara, el gobierno de una lancha.
-No se puede hacer una buena costera, con una mala cocina.
-Más vale vuelco de olla, que abrazo de moza.
-La mejor legumbre, una chuleta de cerdo.
-… Y a la Mar… ¡Madera!
-Olla que muy rápido “jierve”, sabor pierde.
-Después de Dios, la olla, y lo demás es bambolla.
-Queso con vino y pan, medicina de sanos.
-El pez fresco, gástalo presto.
-Si quieres mariscar, mucho te has de mojar.
-Buen patrón con mal zagal, pesca poco y pesca mal.
-Con el anticiclón, todos los barcos tienen tripulación.
-Donde no hay harina, todo es mohína.
-Pan y “xuglas” mientras duran, pero el vino con mesura.
-Los meses sin “r”, marisco no comas, ni marisco pesques.
-A barco desesperado, Dios le encuentra puerto.
-Quien contra el viento quiera mear, por fuerza se ha de mojar
-Cuando no sopla viento, incluso la veleta tiene carácter
-Barco grande, ande o no ande.
Otras veces jugaban con nosotros a las adivinanzas, algunas tan originales y simpáticas como estas:
-Lleva toda la vida en la Mar, y aún no sabe nadar.» (La arena)
– “Sobre la vaca, la «o», a que no lo aciertas, no”. (El bacalao)
– “Con su risa mañanera toda la playa alborota, pescadora y marinera”. (La gaviota)
-“Sin estrujarte el testuz y rápido cual centella, ¿sabrás decirme qué estrella nunca jamás tiene luz?” (La estrella de mar)
– “El que lo pica deja de ser pez… ¿Quieres que te lo diga otra vez?”. (El anzuelo)
– “Haciendo ruido ya vienen, haciendo ruido se van; y, cuando mañana vuelvan, de igual manera se irán”. (Las olas)
– “Uso agujas sin coser, corto sin tijeras, y ando sin pie”. (El barco)
– “Ni de día, ni de noche puede mi vela alumbrar, pero cuando sopla el viento, muy bien suelo navegar”. (El velero)
– “Tengo el nombre de una niña, crezco en el fondo del mar y en la arena de la playa tú me puedes encontrar.”. (La concha)
-“En dos castañuelas voy encerrado y al sacarme del mar me pongo colorado”. (El mejillón)
… Y ya no me acuerdo de más, pero, en fin, que lo pasábamos a lo grande, nos hacían pensar, y encima no acertamos ni una.
¡Concho, cómo me gustaban! Por lo que sinceramente creo, que si Sir Winston S. Churchill, hubiera conocido la manera de hablar de nuestros mayores, en lugar de su famosa frase, bien hubiera podido decir… “Jamás tantos, han aprendido tanto de tan pocas palabras”
Buena Mar y hasta la vista.
Fernando Suárez Cué
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