Y por aquella tarde todo salió bien pues llenaron las redes. Era un tropel de peces de plata que rebullían. Costaba mucho trabajo izar el tesoro a la lancha.
Los dos fuertes marineros, solos a una banda. Tenían una ilusión: coger la riqueza del mar como cuando se coge la riqueza del sueño.
-Necesitamos más compañeros para que tiren del arte, dijo uno.
-Eso ya lo veía yo, repuso el otro.
Con todo, la ambición es cosa que a veces tiene éxito. Si tratamos de tirar a la vez subiremos el tesoro.
O naufragaremos-decía el otro.
Con que, amigos, se pusieron ambos a halar con ese marcado ritmo característico en el afán marinero y…ajún, ajuna..por fin, todo aquello que relucía que rebrillaba, que coleaba, que les llenaba de gozo, todo aquel tesoro llenó de pronto la panza de la embarcación.
-Ahora iremos bogando a Llanes.
-¡Cómo hemos sudado!
El sol ponía de color amapola el cielo y daba a las aguas del mar unos tonos violáceos.
Cuando la frágil barca llegó al puerto la gente quedó atónita. Dos solos hombres habían hecho el prodigio:La unión en su trabajo y la fe en conseguir su sueño les había premiado con tanta largueza..
Y llegaron a la barra cantando salomas los dos hombres fuertes,héroes de la pesca de aquel lance feliz.
Autor: Emilio Pola
Imagen, Valentín Orejas
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