Que fui el criu mas mimau por las tías de “Santana”, eso ya estaba escrito en el primer capítulo del ·Génesis”.
Os cuento.
Corría el año 1969 cuando en una verbena de las muchas que organizaba el “Bando de la Magdalena”, me tropecé con una pareja de franceses, más o menos de mi edad, que se encontraban inmersos en todo aquel “festeju”, sin saber exactamente hacia donde se debían dirigirse. Visto lo visto, a ellos me dirigí, y con unos “gin-kas” en la mano les dije que podían contar conmigo en el caso de que si necesitaban algo.
La noche, era una de las clásicas del Llanes de aquellos tiempos, fría y lluviosa, por lo que al enterarme que estaban acampados en la playa de San Antolín, cerca del que creo era el chiringuito “La Pandina”, decidí que al acabar la fiestona, los llevaría con el coche hasta allí.
Así lo hice, pero amigos, cuando llegamos allí, y vi en que condiciones estaban con la que estaba cayendo, decidí en un momento llevarlos de nuevo a la Villa y alojarlos en los bajos de mi casa, en una habitación que estaba vacía y limpia.
Amigos ya, de toda la vida, hacia Llanes nos dirigimos los tres, después de arranchar y colocar todos los enseres en el coche, Louis Pol, Jean Pierre y este cristiano.
Llegamos a casa, se acomodaron en una habitación (hoy desaparecida), que estaba a la izquierda del portal de entrada a los bajos, y me despedí deseándoles pasaran ya, una mejor y tranquila noche.
Ahí creo que fue donde empezó la tragedia.
Teresina, mi madre, al tener cierto conocimiento de la situación, bajo a ver qué había pasado, y al ir a visitar a los foráneos para ver como estaban, se encontró (Santa Ana bendita), que como por lo visto la habitación era grande y en esos momentos fría y húmeda, decidieron montar la tienda para estar más “calentines” y cómodos, clavando los “hierros de los vientos” de la tienda en el suelo de castaño que tenía la habitación.
¿Os podéis imaginar el enfado de Teresina, o tengo que “dibujavoslo”?
A ver Fernandín… ¿De donde salieron, y desde cuando conoces esos dos “amigos de toda la vida·?
Cuando le dije que los había conocido la noche anterior, me miró y con todo el aplomo y autoridad que yo bien conocía, me dijo…” Antes de una hora los quiero fuera de casa”.
Y ahí, empezó la defensa hacia mi mimada persona de las tías
Mira hermana, dijo mi tía Aurora (tía “Rora”), tienes toda la razón, pero ya sabes estas son cosas de Fernandín, y creo que deberíamos hacer algo por esos críos antes de que se marchen.
¿Cómo qué? Preguntó Teresina.
A lo que contestó mi tía María Luisa (tía “Guichu”), pues que salgan con el estómago calentín, después de un buen desayuno.
Después del desayuno, vino la comida, y por la intervención de las tías, se sentaron Luis Pol (Estudiante de Ingeniería Industrial), y Jean Pierre (Estudiante de Ingeniería Nuclear), a la mesa de la comida familiar de aquel día.
La conversación fue muy agradable, pues mis dos nuevos amigos, con una gran simpatía, ganas de agradar y una esmerada educación (eso saltó enseguida a la vista), se granjearon la simpatía de toda mi familia, sobre todo la de mi hermana Ana Teresa que con 17 años se creía encontrar en el centro de todas las conversaciones de los “hombrones”. Hay que ver lo que es la “edad del pavo”.
Se empieza a enredar el “apareju”, y la cosa termina en que hay que conseguir dos trajes de porruanu para estos dos foráneos y vestirlos para el Día Grande de las fiestas, con el fin de que conozcan nuestras tradiciones y folklore, y además… ¡Para hacer bultu!, que por ahí va la cosa.
Al final todo terminó bien, Teresina encantada con el giro que había tomada el evento, mis tías satisfechas, mi hermana en un sueño (al final los franceses le hicieron la corte y no se separaron de ella), y yo encantado porque estuve paseando por toda la villa, del bracete de la encantadora, simpática y muy guapa María del Carmen Díaz Carrandi (“Lita”), nieta de la muy querida y recordada María Carrandi (María la “Quiroga”), a la que sigo teniendo un gran cariño
¿Alguien da más? Me lo podéis con suerte igualar, pero superar….
Un fuerte abrazo, buena Mar y hasta la vista amigos.
Fernando Suárez Cué
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