El ocaso de un gigante

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Una de las costumbres en la mar con resultados realmente salvajes de los que tengo constancia. era la de la pesca del tiburón cuando de él solo se aprovechaban las aletas y que tras cortarlas devolvían a la Mar el resto del animal, aún vivo, pero incapaz de mantener el equilibrio y nadar, termina por desangrarse y morir.

Foto (1) Tiburón martillo vivo devuelto a la Mar ya sin aletas.

Esta práctica, denominada “aleteo” se permite todavía en algunos países, pero afortunadamente en nuestro país esta práctica está prohibida y a pesar de que en las lonjas se vende por separado las aletas y el tronco del tiburón, ya que la diferencia de precio es notablemente sustanciosa, pues varía desde los 10 € el kilo de pescado limpio, hasta los 400 € el kilo de aleta. 

Foto (2) Tiburones sin aletas.

En todos los puertos españoles, se comprueba que el peso de las aletas se corresponda con el de los troncos según un ratio predeterminado, aunque todavía existe un vacío legal, que permite, bajo condiciones de extrema necesidad y pidiendo los permisos necesarios, la descarga de los troncos y las aletas en diferentes puertos, con lo cual se dificulta el cumplimiento de esta norma. 

Ahora bien, en cuanto se reglamentó en lo posible, la prohibición de tirar al mar los tiburones sin aletas (desde el 2003 el “aleteo” de tiburones está prohibido en España), el mercado de la carne de estos escualos creció indirectamente ya que se creó la necesidad de vender el resto del cuerpo del tiburón en tierra. Ahora, el mercado de la carne de tiburón ha aumentado, a pesar del impacto que está teniendo en las especies de tiburones en peligro de extinción.

Según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, nuestro país es el tercero que encabeza la lista de capturas de tiburón, siendo el primer exportador europeo de esta especie, siendo, a nivel mundial, solo precedido por Indonesia que se encuentra en el primer lugar, seguido por la India en segundo lugar.

En nuestro caso y para consumo en fresco o adobo, los más pescados son en el cazón (en adobo o “bienmesabe”), el marrajo y la tintorera. 

Otro uso que se da a la piel del tiburón es la fabricación de cuero para zapatos, ropa, bolsos y otros complementos.

En el mercado asiático, el precio del tiburón es de alto costo, sobre todo el de sus aletas que alcanzan precios muy elevados para elaborar su famosa “sopa de aleta de tiburón”, y donde antaño, este manjar estaba reservado solo para la población china más pudiente

Entre nosotros, y guardarme el secreto, pues he probado esta sopa y no me ha desagradado y hasta me pareció, con reservas (y yo de la Mar chupo hasta las piedras), que estaba puede que sea rica y buena para alimentarse, pero para nada de que sea afrodisíaca como se anda diciendo por ahí, y de hecho, ni sabor aporta a la sopa, solamente una textura algo más gelatinosa que otras que he probado de pescado.

Ahora bien, el aumento de las personas de clase media que han conseguido alcanzar un cierto poder adquisitivo ha permitido a muchos asiáticos poder acceder a este preciado plato, por lo que aumentar el consumo, ha aumentado la demanda y por lo tanto se ha incrementado el número de capturas a nivel global, hasta tal punto que especie que lleva viviendo 450 millones de años en nuestros océanos, ha visto disminuir su población hasta un terrorífico 90 % 

Esta sobreexplotación efectuada por nosotros ha traído consigo numerosos problemas, pues se llegan a pescar hasta un número real podría rondar hasta 150 millones de tiburones anualmente, y tan solo por sus aletas. 

Foto (3) Tiburones víctimas del “aleteo”.

¿Cómo es posible el que permitamos que una magnífica especie que llevan rondando por todas las Mares de la Tierra desde hace más de 450 millones de años, se encuentre ahora en peligro de extinción?

Es probable que la pérdida de estos importantes depredadores en la cadena trófica tenga efectos negativos en las poblaciones de sus presas y afecte al equilibrio de los ecosistemas marinos.

Foto (4) Tiburones muertos ya sin aletas.

Buena Mar y hasta la vista amigos.

Fernando Suárez Cué

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