Al día siguiente de San Fernando, bajo un cielo que amenazaba lluvia, dirigimos nuestros pasos a Vidiago con la intención de fotografiar la Iglesia de Santa María de la Paz, en la que destaca su torre coronada por una cúpula.
Tras dar una vuelta a la iglesia y contemplar un tejo, que está en las últimas, se me fueron los ojos a un colosal castaño de indias, cuyas inflorescencias blancas y púrpuras nos contaban que ya habían sido libadas, y después la mirada se me prendió en una gran casa que asomaba detrás de una verja de forja que lucía, bajo una corona, las iniciales V De P.
No tardé mucho tiempo en saber que se trataba del Palacio de La Cortina, del conde del Valle de Pendueles, el primero de su nombre, D. José Suárez- Guanes e Ibáñez, que nació en Vidiago en 1835 y que siendo muy joven emigró a México, país en el que permaneció hasta 1865 y donde destacó entre la colonia española como gran financiero.
Este personaje ocupó importantes cargos, entre ellos fue decano del Consejo de Gobierno del Banco de España, diputado por la provincia de Santander, senador del reino por Santiago de Cuba y la provincia de Guadalajara, concejal del Ayuntamiento de Madrid y fundó y presidió la Banca Suárez Guanes.
Así, en razón a sus méritos el rey Alfonso XIII le otorgó el título de Conde del Valle de Pendueles, distinción que luce en una de las entradas del Palacio.
Y volviendo al mismo, está rodeado de un muro almenado, árboles gigantes y enormes palmeras que le dan un cierto aire tropical, y es de planta rectangular, tiene dos pisos y ático abuhardillado, la portada presenta arco rebajado y sobre ella sobresale el escudo situado en medio de dos balcones adintelados, y en las calles laterales predominan las ventanas bajas.
Más tarde, me enteré que es tradición centenaria que el día de la fiesta de la Sacramental salga del Palacio un ramo cargado de adornos florales y roscos de pan, además de alzarse en el jardín un altar donde se detiene la Procesión.
Y atando cabos recordé que en Pendueles hay otro Palacio, conocido como “La Quintana”, que pertenece a este título, aunque pasaba desapercibido al ser eclipsado por el Palacio de Cristal, de otro conde, Francisco Mendoza Cortina. No deja de ser llamativo que dos mansiones de la misma propiedad y de esa importancia estén en pueblos que apenas distan tres kilómetros.
Y también me vino a la cabeza que muy cerca de La Cortina, en otro majestuoso Palacio, escribió el poeta José Zorilla “El Bufón de Vidiago” y “El Cantar del Romero”.
Pero eso es otra historia para otro día.
Imagen, Valentín Orejas
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